La bomba incendiaria
que destruyó las oficinas
de la empresa
de vuelos a Cuba Airlines
Bróker que opera
la señora Vivian Mannerud no solo
abrió viejos recuerdos
de cuando en
Miami estallaban bombas
por doquier con franca
impunidad para los
terroristas anti-castristas disfrazados
de “patriotas cubanos”, sino
que además ha servido
para demostrar de
nuevo la simpatía
o cobardía de
los funcionarios públicos
electos del sur de
La Florida, porque ninguno de ellos ha
tenido la valentía
de condenar públicamente este acto
criminal que mancha
la imagen de
toda la comunidad
miamense.
El primero en
hacer silencio cómplice es
el propio James
Cason Alcalde de Coral
Gables, ciudad donde fue perpetrado
este acto terrorista.
Cuando era Jefe de la
Sección de Intereses de
Estados Unidos en Cuba
hablaba más de
lo que debía. Ahora
se calla la
boca cuando su deber
es condenar el
terrorismo aunque moleste a
sus amigos de
la extrema derecha cubana que
lo apoyaron en su
elección alcaldicia. Similar actitud
complaciente con los terroristas,
han adoptado el
Alcalde del Condado
Miami-Dade, el de la
ciudad de Miami
así como el
de Hialeah y
el resto de las
municipalidades que integran
este Distrito Metropolitano del
sur de La
Florida en el que
viven la gran
mayoría de los
cubanos de Estados
Unidos.
De los Congresistas
cubano-americanos del sur
de La Florida,
Ileana Ros, Mario Díaz
Balart y
David Rivera así como
del Senador Republicano
también de origen cubano Marco
Rubio, sería pedir demasiado
una condena a
este acto terrorista.
Como todos ellos
han manifestado su oposición
a los viajes
humanitarios a Cuba, no se
puede esperar una
condena de su
parte a quienes
piensan de la
misma manera que
ellos.
De la prensa
poco o nada
se podría esperar. Ni de la
Sociedad Interamericana de Prensa,
la cacareada SIP ni
del El Miami Herald
que desde hace
mucho tiempo renunció
a la misión
de todo periódico
vocero y guía de
una comunidad cuyo primer deber
es condenar editorialmente todo acto
de violencia criminal que
se cometa por cobardes terroristas,
independientemente de
quienes sean las
víctimas o los
victimarios de cualquier credo o
ideología que sustenten.
Si mañana una
bomba destruyera las oficinas
de cualquiera de
esos políticos de
mala calaña o la
redacción de El Herald,
la SIP o
los estudios de
cualquier emisora de radio
o Canal Cloaca
de Miami, todos
los periodistas de
Radio-Miami estaríamos en
primera línea condenando
ese acto terrorista atentatorio a
las libertades civiles, aun
de aquellos que consideramos nuestros irreconciliables adversarios.
Es cuestión de principios.
Dicen algunos que
el terrorismo en Miami
es cosa del
pasado. Pero nada más lejos de
la verdad. Hay
silencios más evidentes
que el restallar
de una bomba. ¿Complicidad encubierta
o simplemente cobardía?
O quizás lo que
es peor, las
dos cosas a la
vez. Por qué no.
Les habló para
Réplica de Radio-Miami, Max Lesnik.
Fonte: Rádio Miami
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