Pável Blanco Cabrera
“Está
llorando la tierra, herida por un cuchillo,
lo que
le duele en el vientre, la muerte de Jaramillo.”
No
dia 23 de Maio se cumpre 50 anos do assassinato, em Xochicalco (República do
México), de Rubén Jaramillo, de sua esposa grávida, Epifania Zúñiga, e de três
de seus filhoss. Foi um crime de Estado, ordenado por Adolfo López Mateos e
instrumentado pelo Exército, que sequestrou à família em sua casa, em
Tlaquiltenango, Morelos, e depois os massacrou.
Jaramillo
se alistó en el Ejército Libertador del Sur, y luchó en la Revolución Mexicana
bajo la conducción de Emiliano Zapata. Cuando Zapata fue asesinado el 10 de
Abril de 1919 y la fracción burguesa se impuso sobre las capas populares del
proceso revolucionario; Jaramillo fue de los que no entregaron las armas:
decidieron guardarlas por si era necesario usarlas nuevamente en defensa de los
campesinos pobres, de los peones, de los jornaleros. Nunca abandonó la lucha
por la tierra, por el reparto agrario, y llegado el momento, un levantamiento
guerrillero bajo su conducción abarcó varios municipios en el Sur de Morelos en
respuesta al neolatifundismo, al neoporfirismo promovido desde Palacio
Nacional.
Jaramillo
se identificó naturalmente con la nueva ola revolucionaria en el Continente, su
simpatía con la triunfante rebeldía del Movimiento 26 de Julio en Cuba fue
inmediata, y por supuesto participó en la solidaridad.
Un
hombre sencillo y convencido de que eran necesarios muchos cambios, tenía que
integrarse al torrente histórico de la época inaugurada por la Gran Revolución
Socialista de Octubre. En su momento en una carta al General Amezcua, Emiliano
Zapata había escrito:
“Mucho
ganaríamos, mucho ganaría la humanidad y la justicia, si todos los pueblos de
América y todas las naciones de la vieja Europa comprendiesen que la causa del
México revolucionario y la causa de Rusia son y representan la causa de la
humanidad, el interés supremo de todos los pueblos oprimidos…”.
Jaramillo,
consecuente con esa visión zapatista, buscó entonces luchar por el socialismo
integrándose en el Partido Comunista Mexicano.
Cuando
fue asesinado militaba en las filas del PCM. Esto se quiere negar, presentándolo
como un sin partido, un hombre de los movimientos, pero la verdad histórica es
que él murió como un hombre del Partido Comunista, un militante. Y ésta es una
lección importante: son los caminos de la lucha, las dificultades en el
conflicto de clase las que llevan a confluir los arroyos en un río más poderoso
que agrupa el esfuerzo individual por la justicia en la gran fuerza colectiva,
en la que nos diluimos sin dejar de reconocernos, que brega infatigablemente
por la emancipación y que va más allá de nuestra propia vida.
Jaramillo,
un comunista, un revolucionario, un ejemplo para los militantes del PCM y de la
Liga de la Juventud Comunista.
Rubén
Jaramillo fue reclutado para las filas del Partido Comunista por un proletario,
un obrero del ingenio Emiliano Zapata de Zacatepec, y que después sería el
Secretario General del PCM en Puebla: Mónico Rodríguez, otro comunista
ejemplar.
Del
color de la clase obrera, del color del pueblo, parafraseando a Ernesto
Guevara, queremos que se pinte nuestra organización, y ello será sobre la base
de garantizar su composición clasista, porque sólo los que no tienen nada que
perder más que sus cadenas, van hasta el fin, hasta el triunfo de la Revolución
socialista.
Fonte:
Partido
Comunista de Mexico
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