Abayomi Azikiwe
20-05-2012
El pasado 8 de mayo, unos 200
rebeldes descontentos de los que lucharon junto al Pentágono y la OTAN en la
misión militar de cambio de régimen contra el gobierno de la Al-Yamahiria en
Libia durante el año 2011, hicieron cuanto pudieron para asesinar al primer
ministro interino Abdurrahim al-Keib. Al parecer, los rebeldes se sentían
enojados por la cancelación de los pagos mensuales a los milicianos que
sirvieron como tropas de tierra en la campaña que derrocó al líder martirizado,
el coronel Muammar Gaddafi.
El programa de compensaciones para
los rebeldes, que distribuyó 1.400 millones de dólares USA, ha estado plagado
de fraudes y, por tal motivo, se suspendió el pasado mes de abril. A propósito
de esos fraudes, se supo que algunos de los que habían estado recibiendo los
pagos estaban muertos y que también había elementos que nunca habían luchado
contra Gadafi y asimismo estaban cobrando. Además de estos problemas de fondos
públicos facturados a los combatientes rebeldes, se había enviado de viaje al
extranjero a un grupo de rebeldes para que recibieran tratamiento médico sin
haber sufrido herida ni dolencia alguna.
Esos grupos de milicias sirvieron
como tropas terrestres en la guerra imperialista contra Libia que había puesto
en marcha un embargo de armas contra el gobierno de Gadafi, un bloqueo naval,
una serie de sanciones, la incautación de activos en el extranjero y casi
infinitas misiones de bombardeo que llegaron a alcanzar las 26.000 salidas y
10.000 ataques aéreos. La corrupción ha sido un hecho endémico en el denominado
Consejo Nacional Transitorio (CNT) desde su creación durante la guerra del
pasado año. Una vez aupado al poder en Trípoli a finales de agosto de 2011, y
en todo el país tras el brutal asesinato de Gadafi el 20 de octubre, empezaron
a desaparecer miles de millones de dólares del tesoro nacional. Al descubrir la
corrupción rampante que asola Libia, el ministro de finanzas interino, Hassan
Ziglam, anunció el 11 de mayo que iba pronto a dimitir. Su dimisión se debe a
los “despilfarro s de fondos públicos”. (Reuters, 11 de mayo).
El primer ministro interino al-Keib,
el que fue objeto del intento de asesinato, llamó “forajidos” a los
responsables del tiroteo que dejó al menos un muerto. Los diversos grupos de
milicias diseminados por la capital Trípoli y por otras partes del país nunca
han llegado a constituir un ejército nacional. Ziglam, el ministro de finanzas
saliente, dijo del incidente del 8 de mayo: “Vinieron cargados de armas. ¿Cómo
se puede trabajar en semejante ambiente?” (Reuters, 11 de mayo).
Otras acusaciones de corrupción
aparecidas durante los últimos meses incluyen diversas irregularidades de la
Autoridad Libia de Inversión, donde alrededor de 1.500 millones de dólares USA
de ingresos del petróleo , que se suponía iban a transferirse al tesoro
nacional , siguen en paradero desconocido. También los activos que los estados
imperialistas congelaron en el extranjero en las primeras fases de la guerra
contra Libia siguen siendo fuente de disputas acerca de su valor actual. En la
región oriental productora de petróleo, la Arabian Gulf Oil Company ha visto
obstaculizados sus trabajos a causa de las huelgas de los trabajadores que
están exigiendo responsabilidades a los ejecutivos que dirigen la compañía.
Aunque la producción de petróleo ha aumentado, según se ha informado, hasta un
millón de barriles al día, están planteándose muchos interrogantes acerca del
uso que se está dando a esos ingresos y a las remuneraciones de los
trabajadores.
Violaciones de los Derechos Humanos
ignoradas por los imperialistas y sus representantes
Las razones ofrecidas para la guerra
imperialista contra Libia de 2011 fueron que el gobierno de Gadafi estaba
violando los derechos humanos de sus ciudadanos para orquestar una rebelión
armada financiada y coordinada por los intereses extranjeros. A pesar del hecho
de que no se revelaron pruebas concretas de asesinatos y encarcelamientos
masivos, esa misma narrativa es la sigue manteniéndose como justificación de lo
que realmente sucedió.
Sin embargo, bajo el régimen actual
del CNT , los informes señalan que al menos 7.000 personas siguen aún detenidas
dentro del país y que muchas de ellas están sufriendo torturas y asesinatos
extrajudiciales. Incluso las Naciones Unidas, que a través de las Resoluciones
1970 y 1973 proporcionaron una base pseudo-legal para bombardear Libia y
derrocar a su gobierno, se ha manifestado en contra de los injustos
encarcelamientos efectuados por los rebeldes libios. Según Ian Martin, que
encabeza la misión de las Naciones Unidas en Libia, “continúan registrándose
casos de malos tratos y torturas a los detenidos. Abordar esas prácticas
debería ser alta prioridad para el gobierno, a fin de poner en marcha una nueva
cultura de derechos humanos y de imperio de la ley”. ( AFP , 11 de mayo).
En abril se afirmó que tres personas
sufrieron torturas hasta la muerte en una prisión situada en la ciudad costera
de Misrata. Esa prisión se ha hecho tristemente célebre por la tortura a los
detenidos y hay acusaciones de que otras siete personas han sido también
asesinadas allí. Los detenidos están acusados de combatir con el ejército libio
en defensa del país que fue atacado internamente y desde el mar y aire durante
2011. Otro método para arrestar a la gente es prohibiendo cualquier
“glorificación” del anterior gobierno y dirigente, el coronel Muammar Gaddafi.
El gobierno del CNT ha aprobado una ley que ordena a las milicias que persigan
y procesen a cualquiera que apoye el anterior sistema político que gobernó el
país durante 42 años. En consecuencia, las próximas elecciones bloquearán los
intereses políticas que sigan apoyando a la Yamahiriya. Las amenazas contra los
seguidores del exgobierno de Gadafi se extienden también al exterior de Libia.
El Dr. Shokri Ghanem, anterior ministro
del petróleo y primer ministro, apareció muerto en Viena a finales de abril
flotando en el río Danubio. El CNT estaba presionando a Ghanem para que
volviera a Libia y proporcionara pruebas que facilitaran la persecución de los
anteriores miembros del gobierno. En una entrevista de Reuters de diciembre de
2011, el licenciado por la Universidad de Boston le comentó a un periodista
acerca de los rebeldes del CNT: “Lanzaron por la ventana a un hombre al que
estaban interrogando”. (Reuters, 13 de mayo). Noman Benotman, analista y
durante mucho tiempo opositor al gobierno de Gaddafi, dijo de la muerte de
Ghanem: “Ha sido un crimen ejecutado por profesionales. Es una muestra del
poder global de la mafia. Tiene que ver con la corrupción y con acuerdos secretos.
Hay gente que quería asegurarse de que no iba a hablar nunca más”. (Reuters, 13
de mayo).
Al hijo de Muammar Gaddafi, Seif
al-Islam, se le sigue manteniendo en una prisión secreta en Zintan y no se le
ha permitido disponer de representación legal escogida por él. Un representante
de la Corte Penal Internacional (CPI) le visitó recientemente para
entrevistarle y comprobó que tenía dos dedos cortados y un diente arrancado.
Los fiscales de la CPI están permitiendo que se tenga detenido a Seif al-Islam
dentro de Libia aunque el gobierno del CNT afirma que no controla las
instalaciones donde le tienen retenido. En tales condiciones y con el total
caos político que campea por el país, será imposible que le puedan someter a
cualquier remedo de juicio justo.
Las elecciones serán inevitablemente una vergüenza
Las elecciones fijadas para el 19 de
junio no podrán considerarse bajo ningún prisma unas elecciones libres y
justas.
Los antiguos funcionarios del
gobierno de Gaddafi y sus seguidores han sido criminalizados y muchos de ellos
siguen fuera del país. Todo el proceso de inscripciones ha estado atestado de
confusión e inconsistencias.
Un libio citado por la BBC dijo del
proceso: “No comprendemos nada de las elecciones. ¡Y hay mucha gente que no
sabe nada en absoluto!” Por la televisión no se ofrece ningún programa que
informe sobre las mismas, sobre cómo votar, sobre qué hay que hacer” (BBC, 11
de mayo). Mientras tanto, los elementos secesionistas de la zona oriental del
país donde empezó la rebelión contra Gaddafi en febrero de 2011, el denominado
Consejo Baqa, ha rechazado el proceso electoral y ha hecho un llamamiento a
boicotearlo. Los líderes de la región, que se denominan a sí mismos Consejo de
la Cirenaica, está presionando para conseguir un estatuto de autonomía que
quede fuera de la autoridad del CNT en Trípoli.
Al mismo tiempo, se informa de que
en la región sureña de Libia prosiguen los conflictos transversales. Ha habido
muchos muertos durante los últimos meses en combates descritos como entre el
pueblo Toubou y las tribus árabes. El 14 de mayo, AFP informó: “Uno de los
candidatos en las próximas elecciones para la asamblea constituyente murió
asesinado el domingo en el desierto del sur de Libia poco después de presentar
su candidatura. Khaled Abu Saleh fue asesinado a 30 kilómetros de Ubari”.
Mohammed Saleh, a quien AFP describe como el vicepresidente de la Alta Comisión
para la Seguridad, dijo que “una banda armada que viajaba en cinco coches le
siguieron tras registrarse en la comisión electoral hasta rodearle y
asesinarle”.
Los frutos de la guerra imperialista en África
La situación en Libia es
consecuencia de las guerras imperialistas emprendidas por EEUU y otros países
occidentales a los largo de la última década. Iniciadas bajo supuestas
preocupaciones humanitarias, tales intervenciones acaban siempre empeorando la
situación de las masas en sus países respectivos. En los mismos EEUU, la crisis
económica está causando la destrucción de las ciudades y el aumento de la
violencia racista. Los desmedidos gastos militares no han creado oportunidad
alguna de nuevos puestos de trabajo para las decenas de millones de
desempleados. En Canadá, que dirigió ostensiblemente las operaciones de la OTAN
en Libia, ha estallado un escándalo al haberse intentado ocultar el coste de la
guerra. El ministro de defensa del gobierno conservador Peter MacKay apareció
en las ondas el 13 de mayo en un esfuerzo por controlar los daños ante las
acusaciones presentadas de distorsión en la financiación de la guerra. Los
informes de prensa están denunciando que el coste actual de la campaña de
bombardeos de Libia para Canadá fue un 700% más alto de lo que se afirmó
públicamente. MacKay dijo: “Las intervenciones son caras. En mi opinión, ese
dinero estuvo bien gastado”.
Abayomi Azikiwe es editor de
Pan-African News Wire , un servicio internacional de prensa electrónica
diseñado para fomentar el debate inteligente de los asuntos de los pueblos
africanos por todo el continente y el mundo.
Traducido del inglés para Rebelión
por Sinfo Fernández
Fonte: Revista
Libre Pensamiento
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