Cómo curar el malestar social es la pregunta que recorrió e l discurso de Assoun en su paso por Buenos Aires. |
Título original: "El malestar social no se psicoanaliza"
Para Paul Laurent-Assoun, el psicoanálisis puede
trabajar el malestar social pero no busca la felicidad, sino que el paciente
encuentre la verdad en su vida y así construya su bienestar. También sostiene
que las terapias breves y la medicina se quedan sólo con el síntoma y que son
superficiales.
HECTOR PAVON
Ante el malestar social, ¿cómo actúa el psicoanálisis,
cómo enfrenta problemáticas que fueron objeto de análisis de las ciencias
sociales y que ahora por fuerza de una angustia generalizada entran sin pedir
permiso en su consultorio? El psicoanalista francés Paul Laurent Assoun estuvo
en Buenos Aires discutiendo este cuestionamiento y lo hizo en particular en el
seminario que dictó, junto al sociólogo Markos Zafiropoulos, en FLACSO titulado
"Actualidad de las hipótesis del psicoanálisis en relación al
malestar" y también en una conferencia que brindó en la Biblioteca
Nacional.
Assoun es muy conocido en círculos freudianos locales
y su último libro se titula El masoquismo. La "voluntad de sufrimiento",
en tanto actitud individual, puede tener incidencia en el destino general de
una sociedad, dice el psicoanalista. "Pienso de todos modos que cada país
tiene una historia de sus traumas y que algo de eso se instala. Freud dice que
los sujetos que pertenecen a pueblos con un pasado cargado de sufrimiento
pueden padecer una modificación de carácter y que finalmente integran el
sufrimiento a su realidad." La suma de esas almas sufridas no puede
generar otra cosa que una sociedad que hace del sufrir una costumbre.
(En esta entrevista se cita entre paréntesis la
palabra en francés utilizada por Assoun cada vez que se refiere a
"malestar".)
- —¿Cómo se relaciona el psicoanálisis con el malestar
social que hoy se percibe en forma global?
- —El malestar (malheur) está aquí. Es una realidad,
no un elemento psicológico. Pero no se puede utilizar el psicoanálisis para
psicologizar el malestar (malheur) social. El psicoanálisis interroga la
relación entre los ideales de cultura, lo bello y el hecho de que haya sujetos
excluidos de esos ideales, es decir: si una vida vale la pena ser vivida, eso
también dice que los que sufren el malestar (malheur) social, están excluidos.
Sufren, de hecho, el sentimiento de haber sido maltratados desde siempre por la
sociedad. En el fondo, una vez más el psicoanálisis, sin relativizar lo real
del malestar (malheur), se interesa en la posición subjetiva del sujeto.
- —¿Y cómo se preparan hoy los psicoanalistas para
trabajar estas problemáticas sociales?
- —Hay que ver qué analistas... Algunos no tienen un
interés inmediato en lo social y lo que falta es simplemente el contacto con el
medio ambiente. Pero hay recursos en psicoanálisis para pensar lo colectivo.
Hay que saber qué estatuto dar a lo social.
- —¿Y... de qué hablamos cuando hablamos de "lo
social"?
- —Me gusta volver a una obra de Freud, pese a ser
vieja, La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna, Freud la escribió en
1908 y aborda esa cuestión social a través del hecho de que hay sujetos
neuróticos, que sufren mucho por el renunciamiento exigido por la cultura. Pero
hay otros sujetos, de los que hablamos más directamente con el malestar
(malheur) social, que tienen problemas por ser excluidos de la cultura. No es
lo mismo. Algunos sujetos están atrapados en una dificultad, en un malestar
(malheur) social tal que, por ejemplo, no pueden dar importancia a sus propios
síntomas. Recordemos que Freud quería abrir clínicas para ayudar a sujetos que
sufrían perturbaciones y no tenían los medios necesarios para pasar por una
instancia analítica personal. Hay que subrayar que en ese tiempo la
tuberculosis era una enfermedad colectiva y, en comparación, la neurosis
representaba un costo social tan importante como el de la tuberculosis. Lo cual
muestra que el psicoanálisis saca a la luz el revés inconsciente del malestar
(mal�tre) social. A partir de ahí, podemos mostrar toda la
diversidad de figuras que va desde el enfermo del deseo hasta el neurótico, al
sujeto que encuentra de entrada desde la cuna, podríamos decir, el malestar
(malheur) social. La cuestión es qué se puede hacer.
- —Y cuando aparecen nuevas problemáticas como las
familias recompuestas, la fecundación en vitro, hogares homoparentales,
clonación, ¿cómo las enfrentan los analistas de hoy?
- —Los psicoanalistas no estamos atornillados a un
modelo antiguo en el plano social o científico sino que acompañamos este
movimiento. No hay un partido psicoanalítico que defina una línea a seguir
masivamente. Me parece que el análisis, por su posición desde la postura
freudiana, crítica, es forzosamente un observador crítico de lo que pasa. Uno
de los rasgos respecto de los cuales los psicoanalistas tienen algo para decir
es que esa dimensión de la demanda es desconocida por la medicina científica. Hay
un movimiento en la medicina que hace que todo se dirija más al síntoma, que se
defina una tecnología que permite remediar el síntoma y el sujeto mismo es
negado. Eso no implica un discurso que hable de tener en cuenta los intereses,
la vivencia del paciente. Los analistas están en ese dispositivo, que consiste
en humanizar los tratamientos, en hacer charlas de motivación previas en el
momento de una decisión. Pero el psicoanálisis tiene un punto de vista más
radical: tiene algo para decir sobre los modos de evolución de la
cientificización del mundo, el psicoanálisis está del lado de la ciencia. Son
evoluciones que hacen desaparecer al sujeto. Desde ese punto de vista, hay una
toma de posición a favor del sujeto y se intenta demostrar que el discurso del
médico puede convertirse en una nueva forma del discurso del amo: todo el mundo
quiere tener buena salud y eso supone que el sujeto va a hacer desaparecer su
vivencia del síntoma para ofrecerlo, por así decirlo, al dispositivo médico.
Desde ese punto de vista, efectivamente, la medicalización de la existencia
humana, se une a los daños que el psicoanálisis curó en un principio, o sea una
negación de la neurosis. A los que estaban enfermos de su deseo se les imponían
terapias extrañas o simplemente no eran atendidos. De todos modos, el progreso
de la ciencia avanza sin el psicoanálisis pero reintroduce los derechos del
sujeto.
- —¿Podemos decir que la felicidad es un objetivo que
está en el final del camino del psicoanálisis?
- —La felicidad es un concepto que se emplea mucho en
varias áreas. La humanidad quiere la felicidad, de eso no hay duda. Busca sin
duda técnicas de felicidad, como dice Freud en El malestar en la cultura. El
sujeto prefiere ser feliz antes que infeliz. Pero en el psicoanálisis se descubre
que un sujeto puede querer su destrucción. ¿Por qué un sujeto se droga? Sin
ahondar demasiado, podemos decir que no es feliz y que encuentra un reemplazo.
Sí, pero en cierto modo, es un sujeto que no soporta estar vivo. Por lo tanto,
toma drogas, venenos, para que la vida sea soportable. Lo social dice: no es
razonable, las drogas son perjudiciales para la salud. Lo social habla así y se
apoya en el médico. Pero así no comprende por qué un sujeto puede querer
destruirse. Está esa dimensión según la cual el sujeto no quiere preservarse.
Pregunta: ¿la felicidad es siempre compatible con el deseo? El deseo es siempre
la falta de algo. No se puede decir que el psicoanálisis busque la felicidad
del sujeto, pero cuando el sujeto aprende a vivir según su verdad, tiene muchas
chances de ser feliz o de evitar el malestar (malheur) subjetivo. Pero no es
una técnica de felicidad, sin embargo, hay muchas psicoterapias que sí aspiran
a la felicidad, como un objetivo. Freud decía: "Los hombres no quieren ser
felices pero eso no significa que el psicoanálisis aliente la tendencia al
malestar". Al contrario, el psicoanálisis ofrece una posibilidad de vivir
una vida mejor. Los proyectos sociales dicen que van a dar felicidad a la
gente. Una vez más, esto es natural porque la lógica del colectivo no es la de
la transferencia individual. El psicoanálisis se pregunta por qué hay un
malestar (malaise) en la cultura que hace que la tendencia del hombre a la
felicidad se vea tan contrariada.
- —Usted mencionó a las psicoterapias que prometen
felicidad en forma despectiva, sin embargo hoy son muy aceptadas por personas
de todas partes...
- —Puede parecer que se haya desarrollado la necesidad
de curar rápidamente el síntoma. O sea, se identifica un sujeto a su síntoma y
se lo confunde como tal. Un síntoma en psicoanálisis quiere decir algo. En las
terapias breves se estima que hay algo que obstruye al sujeto, cosa que es
cierto, y entonces se va a apuntar al síntoma que permitirá al sujeto librarse
de él por medio de una técnica breve. ¿Por qué es breve? Breve porque es una
técnica de sugestión mientras que el psicoanálisis rompió con la sugestión por
la transferencia. Y es una técnica que tiende a desarrollarse a partir del
síntoma sin comprender su significado. No quiere decir que sean inútiles pero
si por ejemplo el sujeto hace una fobia y lo liberan de las manifestaciones de
su fobia mediante un reaprendizaje adaptativo, no habrá comprendido la causa de
ella. Entonces, podemos pensar que el síntoma se formará en otra parte. Las terapias
breves evidentemente están en la atmósfera de la época porque permiten
disminuir el costo social. Se hacen catálogos de síntomas sin ninguna teoría
explicativa. Y éstos no son solamente signos del malestar (malaise) en
psicopatología, sino también un signo de malestar (malaise) en la cultura.
- —Se suele criticar a algunos psicoanalistas
lacanianos o kleinianos, por ejemplo, por los largos silencios en el
consultorio ante sus pacientes. ¿De qué le puede servir este silencio a una
personas que acaba de perder su empleo, por ejemplo?
- —El psicoanalista no tiene remedio para las causas
económicas del malestar (malheur) social. Para eso está la política. Por el
contrario, podemos explicar por qué un sujeto puede estar en una posición a
partir de un conflicto subjetivo de no poder soportar más su posición de
trabajo. O sea, a partir de una dificultad mayor a nivel de su identidad
psico-sexual puede haber grandes problemas de trabajo. Se dice que a veces el
que pierde un trabajo pierde todo, pierde a su mujer, pierde a su familia. Por
ejemplo, el hecho de que un sujeto que se encuentra en un fracaso social, tiene
una forma de sufrimiento psíquico; una forma de sufrimiento psíquico se agrega
a ese malestar (malheur) social. Existe la posibilidad de acompañar a ese
sujeto. Freud dice incluso que hay personas que están al borde de una ilusión
pero son excluidas de la cultura. Están excluidos de los ideales de la cultura,
se entiende perfectamente que no se sientan tentados de compartir los ideales
de una minoría. La cuestión es en qué medida las transformaciones políticas dan
una respuesta a esto. El psicoanálisis interviene para saber a qué corresponde
y, digamos, evitar que el sujeto se meta en formas de mitificación. Podemos
decir que hay sujetos que no tienen alternativa. Por ejemplo, que al no poder
tener un goce, una vida válida hay quienes se resarcen de eso por una suerte de
goce colectivo, remitiéndose a un jefe todopoderoso. El psicoanálisis
obviamente va por el lado del sujeto en una concepción democrática. Ahora,
cuando hay una dictadura, represión, ¿eso suspende el inconsciente? Podemos
decir que sí, y que no. Suspende lo inconsciente porque el objetivo político es
esencial, pero no, porque sino, ¿cómo se puede entender que el fascismo, como
si fuera un gran padre, se haya apoderado de Europa si no se hacen diagnósticos
sobre la crisis de la relación del sujeto con su padre? Pero eso, en parte, ya
no es psicología, eso también le corresponde al campo de lo que podemos llamar
"real", de lo político y social.
Fonte: Clarin.com
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