Título original: El futuro llegó hace rato: Cómo funciona la Matrix que nos espía
La Haine
En la mayor central de inteligencia de EEUU, una súper
computadora y 20.000 agentes procesan datos mundiales
Para los agentes y analistas de inteligencia que
trabajan en el cuartel general de Fort Meade en Maryland, las siglas de la
Agencia Nacional de Seguridad (NSA) significan otra cosa: “Never Say Anything”.
En ese lugar, a unos pocos kilómetros de Washington, se erige la mayor central
de espionaje de los Estados Unidos, un monstruo orwelliano capaz de
interceptar, almacenar y descifrar cantidades siderales de bytes de datos que
fluyen en telecomunicaciones de todo el mundo.
La base de la NSA en Fort Meade es el espacio físico
donde funciona el sistema de espionaje global que reveló el “topo” Edward
Snowden, ahora refugiado en Moscú. La información recogida en Latinoamérica y
otros continentes viaja a toda velocidad hacia ese centro neurálgico, donde
casi 20 mil expertos clasifican, procesan y desencriptan datos sensibles “para
el bien de la Nación”.
Como la Matrix, el panóptico de la NSA tiene su
arquitecto. Cuando Snowden aún era un ignoto analista informático en Hawai, la
revista 'Wired' –el mensuario sobre cultura tecnológica más prestigioso de los
Estados Unidos– entrevistó a William Binney, ex director y fundador del
programa de la Agencia para la automatización de sus redes de monitoreo en el
mundo entero. Desencantado con las prácticas ilegales de la NSA, el funcionario
abandonó su puesto en 2001.
Entrevistado hace seis meses por el periodista James
Bamford, autor del libro 'The Shadow Factory: The Ultra-Secret NSA from 9/11 to
the Eavesdropping on America', Binney explicó por primera vez y con detalle cómo
funciona el sistema de espionaje mundial que él mismo diseñó durante la
administración Bush, y que Barack Obama heredó y potenció.
El programa Prism, célebre desde que se supo que fue
utilizado para espiar a países latinoamericanos, es un complemento para llenar
“espacios en blanco” del software creado por el experto en criptografía.
Según la descripción de Binney, por los servidores y
routers de Fort Meade circula información de todo tipo, desde mails privados y
llamadas telefónicas hasta búsquedas de Internet y transferencias con tarjetas
de crédito. Para la intercepción, la NSA pinchó centrales de recepción de datos
ubicadas en los Estados Unidos y conectadas con el resto del mundo a través de
fibra óptica submarina. Para ello contó con la colaboración de gigantes de las
telecomunicaciones como AT&T y Verizon.
La capacidad de almacenamiento es asombrosa. Luego del
atentado a las Torres Gemelas, la central de la NSA grababa 320 millones de
llamadas telefónicas por día sólo en los Estados Unidos, lo que representaba el
80% de sus operaciones globales, y analizaba 10 gigabytes de información por
segundo en Internet.
Luego de dejar la Agencia, Binney recomendó
públicamente que las acciones se concentraran en objetivos más específicos,
pero la NSA rechazó la idea. “Ellos no distinguen, almacenan todo lo que pueden
e incluso más”, se resignó el experto.
Más que la intercepción y el almacenamiento, la etapa
fundamental del trabajo de la base en Fort Meade es la desencriptación. La
mayor parte de los datos sobre transacciones financieras y comerciales,
secretos militares y diplomáticos extranjeros y documentos legales
confidenciales están encriptados.
De acuerdo con Binney, en los últimos años la NSA hizo
enormes avances en el ataque a códigos de protección que utilizan tanto los
gobiernos como los ciudadanos comunes. No es casual que el cuartel general de
Fort Meade sea el mayor empleador de matemáticos del país.
La Agencia invirtió 896 millones de dólares en la
construcción de una “súper computadora”, la segunda más poderosa del mundo [la
primera es china], para hacer frente al crecimiento exponencial de los datos
almacenados. Al mismo tiempo, la base de Fort Meade centraliza la información
que recibe de otras cuatro sedes de la NSA en los Estados Unidos, cada una de
ellas dotada con satélites con alcance internacional y con regiones específicas
asignadas. Según Wired, los satélites que apuntan a Latinoamérica están en una
base de la Fuerza Aérea en San Antonio, Texas.
La NSA planea seguir expandiendo sus tentáculos. En
septiembre comenzará a operar otra central de almacenamiento de datos en el
valle desértico de Bluffdale, en el estado de Utah. Será una base colosal donde
funcionará el mayor centro de espionaje del mundo, y cuya función será
descomprimir la cantidad de información acopiada en Fort Meade.
Entre las montañas y junto a un pueblito de ocho mil
habitantes, diez mil obreros trabajan en los detalles finales de la mega
construcción que costará dos mil millones de dólares.
La instalación tendrá cuatro compartimentos de 25 mil
metros cuadrados repletos de servidores. La base será autosostenible: dispondrá
de tanques de combustible lo suficientemente grandes como para generar energía
durante tres días en caso de emergencia. Se calcula que el gasto en
electricidad será de cuarenta millones de dólares por año.
Las medidas de seguridad convertirán a la central de
Bluffdale casi en un fuerte: se invertirán diez millones de dólares en
prevenciones contra ataques terroristas, que incluyen un cerco diseñado para
detener vehículos pesados y sistemas de identificación biométrica.
Nacida como un brazo del Departamento de Defensa luego
del ataque a Pearl Harbor, la NSA sufrió varias humillaciones durante la Guerra
Fría y un golpe letal en 2001, con el atentado a las Torres Gemelas de Nueva
York. Hoy, la agencia busca reinventarse y adaptarse a los nuevos tiempos,
aunque siempre bajo aquel viejo lema de espías: “Nunca digas nada”.
Fonte: La Haine
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