Título original: El suicidio de Rambo
Salvador Capote
Durante los últimos doce años el suicidio entre los
militares estadounidenses en activo ha ido aumentando sostenidamente,
alcanzando un récord de 349 (únicamente suicidios confirmados) en 2012. De
acuerdo a cifras preliminares, parece que alcanzará un nuevo record en 2013.
La preocupación del gobierno norteamericano se acentúa
con el hecho de que en cada uno de los últimos tres años el número de bajas por
suicidio entre los militares ha sido superior a la cifra de los que mueren en
combate. En 2012 murieron 310 soldados estadounidenses en Afganistán y se
suicidaron, como hemos dicho, 349. Sólo el Cuerpo de Infantería de Marina
registró 48 autoeliminados en 2012, un aumento del 50 % respecto a 2011. Cada
65 minutos en promedio, un veterano de las fuerzas armadas estadounidenses
comete suicidio (uno cada día aproximadamente entre los que están en servicio
activo).
Se considera, sin embargo, que la verdadera cifra es
bastante mayor pues debido al estigma asociado al suicidio, muchas muertes,
sobre todo las que se producen por envenenamiento, sobredosis de
estupefacientes y caídas desde alturas, se clasifican como accidentes aunque,
con toda seguridad, una parte de ellas son acciones suicidas.
De todos modos, la situación es tan grave y
escandalosa que el Secretario de Defensa León Panetta afirmó en un comité del
Congreso en Julio de 2012 que los militares de Estados Unidos se enfrentan a
una “epidemia” de suicidios y que se necesita mejorar los servicios de salud
mental para las tropas. Panetta indicó que los suicidios constituyen uno de los
problemas “más complejos” y “urgentes” que enfrentan los militares
estadounidenses y es “uno de los retos más frustrantes” ya que “a pesar del
aumento de esfuerzos y el incremento de la atención, la tendencia continúa avanzando
en una problemática y trágica dirección”.
En los últimos tres años se incrementó (hasta unos
9,000) el número de psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales y enfermeras
especializadas en salud mental, en hospitales y clínicas militares, un incremento
del 35 %.
Si se tiene en cuenta la experiencia israelí (la tasa
de suicidios es también alta entre los militares de Israel) el suicidio entre
los veteranos es favorecido por las leyes que permiten, prácticamente sin
control, la tenencia de armas de fuego. En Israel, la principal forma de
suicidio era por disparo de arma de fuego los fines de semana y días festivos.
En 2006, una orden administrativa que prohibió a los soldados llevar el arma a
casa redujo de inmediato la tasa de suicidios en más de un 40 %.
Medidas como ésta, sin embargo, tocan solamente la
superficie del problema, el cual tiene raíces considerablemente más extensas y
profundas. Muchos veteranos, víctimas ellos también de tantas guerras sin
sentido, prefieren quitarse la vida a vivir con las secuelas de las terribles
experiencias vividas como invasores en países que, muy probablemente, no sabían
siquiera situar en un mapa.
El aumento de la tasa de suicidios obligó a la Casa
Blanca en 2011 a levantar la prohibición, impuesta por la administración de
George W. Bush, para el envío de cartas de condolencia a nombre del presidente
a las familias de los miembros del servicio que se suicidan.
Al escándalo del suicidio entre los militares se suma
el escándalo de los asaltos sexuales: una de cada cinco mujeres de uniforme es
asaltada sexualmente por sus compañeros, y la cifra va en aumento. Alrededor de
20,000 asaltos sexuales tienen lugar cada año en las fuerzas armadas de Estados
Unidos, pero menos de cien (menos del 0.5 %) de los violadores son llevados a
corte marcial y esto, generalmente, sólo cuando han actuado con excesiva
brutalidad y el hecho ha trascendido al público. Si los militares
estadounidenses violan a sus propias compañeras, ¿qué no harán con las mujeres
civiles indefensas en los territorios ocupados?
Rambo viola, Rambo tortura, Rambo asesina, Rambo se
suicida porque, no busquen otra causa, su degradación es el resultado de
violentar la naturaleza humana dentro de una horrible maquinaria de destrucción
y muerte al servicio del complejo militar-industrial y de la élite imperial
gobernante.
Nota: La cifras que se ofrecen son desclasificadas.
Fuentes: informes anuales del Departamento de Defensa y del “Department of
Veteran Affairs”.
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