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quarta-feira, 22 de agosto de 2012

Luta estudantil e eleições são incompatíveis


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Eloísa González, dirigenta del Liceo Manuel de Salas y vocera de la ACES dice que su movimiento no cree en un sistema que, según han comprobado, les ha negado todo. Que por un lado los encarcela y los procesa y, por el otro, no los considera con la edad suficiente para tener derecho a voto. Desde el respeto, separa aguas de la postulación a alcalde de Camilo Ballesteros y de cualquier candidatura presidencial, partiendo por Michelle Bachelet ¿El camino? La transformación del movimiento estudiantil en un movimiento social.
PATRICIO LÓPEZ*
Sentados en una escalera, en la calle, de noche y a la salida de una asamblea, recorrimos los temas debatidos hoy por el movimiento social.
La voz de Eloísa González sirve para demostrar que, mientras más alejadas las generaciones de la dictadura, más ambiciosas. Aunque como vocera le preocupa lo típico, organizar las asambleas o gestionar permisos para marchar, su mirada parece estar en el horizonte. En lo que ella llama “la transformación radical de la sociedad”. Si el cambio ha de ser de tal envergadura, mal podría valorar las próximas contiendas electorales que, en su opinión, “son parte del sistema”.
 —Desde el punto de vista de los principios ¿Por qué para ustedes es intransable esta demanda de marchar por la Alameda?
—No es un tema nuevo. El año pasado ya hubo conflictos respecto a los cuales, incluso citando la Constitución, puede establecerse que es un derecho ciudadano el poder marchar.
“Para nosotros la Alameda, tal como en el discurso de Allende, es el lugar que se tiene que volver a abrir. Para él es simbólico y para nosotros también, y mucho. Además es un derecho y al mismo tiempo nuestras demandas se visibilizan mucho más ante la gente. Pasando por ahí tenemos una forma de demostrar a los chilenos y al Gobierno que por ellas hay todo un movimiento dispuesto a convocarse.”
 —Mientras coversamos se está reactivando en la Cámara de Diputados la discusión sobre la llamada Ley Hinzpeter, ¿Cuál es la opinión de la ACES sobre el proyecto? ¿Qué significa para ustedes que esa Ley eventualmente se apruebe?
—Para nosotros, el movimiento estudiantil secundario, pero también para los universitarios, los profesores, los mapuche, el conjunto de los movimientos sociales, significa un peligro tremendo. Si ya en Chile se violan los derechos humanos, si ya al interior de los establecimientos echan a los chiquillos por movilizarse, el que aprueben una ley de estas características va a fortalecer el intento por sofocar a los movimientos sociales.
“Ahora esto, en el fondo, demuestra una incapacidad política del Ejecutivo y de la clase política en su conjunto, de resolver las demandas sociales que van emergiendo del pueblo. Para nosotros tiene una doble lectura: un gran retroceso y también la comprobación de que ellos no están en condiciones de cambiar en un ápice la realidad que estamos viviendo los estudiantes.”
 —Desde tu experiencia personal, política, generacional ¿cómo ha sido este intento por establecer un punto donde sea posible dialogar con la clase política?
—El año pasado lo vivimos muy de cerca. En la segunda mesa de diálogo, en la que se nos aceptó la entrada, supimos desde el momento en que se nos planteó la propuesta del Ejecutivo, que no iban a tomar en cuenta nuestras demandas.
“A pesar de que fuimos hasta su terreno, al terreno de la clase política o de la institucionalidad, pudimos comprobar que no había disposición y que iba a ocurrir exactamente lo mismo que en 2006, cuando aparecieron todos tomados de la mano con una solución que nunca fue.
“En ese sentido, como Asamblea hemos descubierto, a través de los distintos porrazos y fracasos, como el rechazo al Informe del lucro y un sinfín de otras cosas, que no va a haber solución a través de la institucionalidad política. La experiencia y la misma historia lo dictan.
“Por lo tanto, a pesar de que hemos hecho el esfuerzo, de que redactamos una propuesta para un proyecto de ley que hemos hablado con distintos personajes de la clase política, no hay disposición. Y ya que no hay viabilidad por ese camino, simplemente no lo tomamos.”
 —Y si no se puede hacer ni con el Congreso ni con los partidos políticos ¿cómo se hace entonces?
—Tenemos una propuesta bien concreta que se basa en el control comunitario. Habla de cómo las organizaciones sociales y la misma articulación en los territorios, a través de la movilización, generan una plataforma de convergencia para sectores que hasta hace poco estaban desmovilizados, o que no tenían la intención de plantear sus inquietudes.
“Nuestra propuesta es que la solución se tiene que dar a través de la movilización y que gracias a ella se articulen sectores que no están en esto hasta ahora, como los trabajadores y los pobladores. Esa misma plataforma tiene que servir para que se redacte una propuesta de alternativa a este sistema, con movilizaciones como lo hicimos el 2011 pero ya mucho más amplias, de modo de presionar para realizar cambios a través de un movimiento social. Porque se ha demostrado históricamente que las transformaciones solamente se producen cuando un pueblo está movilizado y articulado.
 ¿Elecciones? No, gracias
—¿Cuál es tu mirada, tu nivel de cercanía con las elecciones presidenciales que se van a realizar el próximo año?
—Tanto yo como mis compañeros secundarios somos menores de 18 años, es decir, podemos caer detenidos y ser procesados por movilizarnos, pero no podemos votar. Ya con ese hecho hay un distanciamiento clave respecto a los procesos electorales, tanto municipales como presidenciales. En ese sentido lo vemos con bastante desconfianza, porque creemos que la carta que ellos van a mostrar para poder candidatearse va a ser el movimiento estudiantil.
“Por ejemplo, tenemos hoy una de las candidatas fuertes de lo que va quedando de la Concertación, la ex presidenta Bachelet, que a pesar de que ha mantenido un silencio cómplice y profundo respecto al movimiento estudiantil, hoy es considerada la carta más fuerte para llegar a la presidencia. Asimismo, vemos otros candidatos que van surgiendo que no han hecho nada por cambiar la situación.
“Todos ellos, de una u otra forma, empiezan a buscar al movimiento estudiantil para candidatearse. Nosotros tomamos un gran distanciamiento al respecto y vamos a seguir planteando que ni las presidenciales ni las municipales son solución a nuestras problemáticas.”
 —Hay dirigentes que han sido compañeros de camino de ustedes en el movimiento estudiantil, como Camilo Ballesteros que es candidato a alcalde. Él en una entrevista reciente planteaba que si se daban las condiciones programáticas estaría disponible para apoyar a Michelle Bachelet. Puede ser que otros dirigentes hagan lo mismo ¿Cómo mirarías tú una decisión de esa naturaleza?
—Primero, respetamos la decisión de todos aquellos que estuvieron movilizados de querer candidatearse, de la misma manera que esperamos que ellos respeten nuestra postura. Pero creemos que es completamente contradictorio que candidatos que fueron parte del movimiento estudiantil, que cuestionaron la clase política, la institucionalidad y vieron cómo el movimiento estudiantil no tuvo viabilidad en esos espacios, hoy estén planteándose en un escenario electoral, e incluso apoyando a ciertos candidatos que, de una u otra forma, han sofocado o han hecho retroceder al movimiento estudiantil. Nos parece sumamente peligroso y contradictorio.
 —¿Entonces es incompatible la lucha estudiantil con sumarse a una de las candidaturas presidenciales?
—No rechazamos la elección en sí, pero bajo el contexto actual es inviable y contraproducente. Una institucionalidad política que está instaurada desde la dictadura no puede ser planteada como camino, suena contradictorio. Hay demandas como la desmunicipalización que han sido planteadas desde los años 80 y ya no hubo solución. ¿Cómo algunos entonces siguen planteándose ese camino?
 —De la transformación educativa a la de la sociedad
—Te quiero llevar a la estrategia de movilización que se ha seguido este año, distinta a la de 2011 que fue más aguda ¿Qué lecciones se pueden sacar a la luz de esa comparación?
—El 2011 fue el año de la efervescencia, pero la explosión social hay que entenderla como un proceso que viene desde hace muchos años atrás: el 2006, el 2008 y el 2010. Las sucesivas movilizaciones fueron construyendo hacia lo que fue finalmente el 2011. Este año en cambio ha sido de articulación y de reforzamiento de las organizaciones, particularmente durante el primer semestre.
“Sin embargo, creemos que el segundo semestre el conflicto irá más allá de los estudiantes y se trasladará a una posición contradictoria con la institucionalidad misma. Los próximos meses habrá movilizaciones mucho más amplias con otros sectores que no estaban integrados. Por ejemplo, luego de tomarnos la empresa Conecta con los trabajadores del Call-Center, estamos realizando asambleas junto a ellos y van a marchar el día 8 junto a nosotros, tal como los trabajadores del Líder. Eso va generando una articulación que antes no se veía y que es fruto del 2011 y de la articulación del primer semestre.”
—Hay quienes dicen que en la medida que los líderes estudiantiles comienzan a comprometerse con otras causas se desperfilan. ¿Cuál es en tu opinión el modo correcto de establecer la relación entre la movilización estudiantil y las demás?
—No podemos llegar desde el movimiento estudiantil a dar soluciones o enseñarle al resto cómo organizarse, pero el ejemplo del movimiento estudiantil es claro: quien no se moviliza no consigue nada.
“Por lo mismo los trabajadores se han articulado, pero autónomamente, y desde ahí generan coordinaciones con los estudiantes para construir, desde esa plataforma, una perspectiva hacia la conformación de un movimiento social en el futuro. No nos desperfilamos porque respetamos los espacios de los otros, porque cada cual se coordina desde su propio espacio.”
—No fue así el año pasado entre las organizaciones secundarias y universitarias ¿Qué lecciones sacas tú de lo que ocurrió y cómo ha funcionado durante este año esa relación?
—El año pasado las relaciones fueron efectivamente muy tensas. Siempre lo repito: como ACES tuvimos que pelear para subir al escenario con los dirigentes universitarios. Lo que ocurrió desde el año pasado es que hubo un cambio de dirigencias políticas, por ejemplo, Camila Vallejo que era presidenta de la FECH y también militante de las Juventudes Comunistas. No había una voluntad política de parte de ella de coordinarse con los estudiantes secundarios, en particular con la ACES. Sin embargo, con Gabriel Boric ha habido una mayor disponibilidad y articulación.
“!Antes había algunos que tenían una postura paternalista sobre ‘los pobres secundarios’, pero nosotros queremos ser tratados de igual a igual.”
 —Mencionaste la militancia comunista de Camila Vallejo, ¿por qué haría más difícil la relación con ustedes como movimiento?
—No tiene que ver con la ideología política sino con las prácticas. De hecho dentro de nuestra asamblea hay marxistas-leninistas, anarquistas, trotskistas, de todo, pero tiene que ver con las políticas de las Juventudes Comunistas hacia el movimiento estudiantil.
“Nosotros nos consideramos una asamblea apartidista, lo que implica que la estructura no está condicionada por partidos políticos tradicionales, y ésa es la diferencia principal con Camila Vallejo o, para no particularizar, con los partidos. Son diferencias arraigadas históricamente y que responden a políticas que hemos considerado nefastas hacia los movimientos sociales por parte de los partidos políticos tradicionales.”
 —Concluyo de esta conversación que tu preocupación no es sólo el tema estudiantil, sino la transformación más radical ¿Cómo ves ese proceso?
—Sé que es complejo. Nosotros insistimos en el control de las comunidades de su propia realidad y cómo van incidiendo en ella. Hay, por ejemplo, propuestas como la de la Universidad de Concepción a través de Recaredo Gálvez, que ha sido la triestamentalidad dentro de la Universidad para transformar esa comunidad. Creemos en la demostración de poder de los distintos sectores de la sociedad dentro de su territorio. Tiene que ver con cómo las comunidaddes, los padres, los profesores, los estudiantes secuandarios y universitarios, los trabajadores y los pobladores van decidiendo la educación que quieren.
“Eso debe reflejarse en el empoderamiento interno de los liceos y en de las comunas. Por ahí va nuestra propuesta”.
*Entrevista publicada en el Nº 2 de El Desconcierto (www.eldesconcierto.cl), correspondiente al mes de agosto.
Fonte: Sur y Sur

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