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Eloísa González, dirigenta del
Liceo Manuel de Salas y vocera de la ACES dice que su movimiento no cree en un
sistema que, según han comprobado, les ha negado todo. Que por un lado los
encarcela y los procesa y, por el otro, no los considera con la edad suficiente
para tener derecho a voto. Desde el respeto, separa aguas de la postulación a
alcalde de Camilo Ballesteros y de cualquier candidatura presidencial,
partiendo por Michelle Bachelet ¿El camino? La transformación del movimiento
estudiantil en un movimiento social.
PATRICIO LÓPEZ*
Sentados en una escalera, en la
calle, de noche y a la salida de una asamblea, recorrimos los temas debatidos
hoy por el movimiento social.
La voz de Eloísa González sirve
para demostrar que, mientras más alejadas las generaciones de la dictadura, más
ambiciosas. Aunque como vocera le preocupa lo típico, organizar las asambleas o
gestionar permisos para marchar, su mirada parece estar en el horizonte. En lo
que ella llama “la transformación radical de la sociedad”. Si el cambio ha de
ser de tal envergadura, mal podría valorar las próximas contiendas electorales
que, en su opinión, “son parte del sistema”.
—Desde el punto de vista de los principios
¿Por qué para ustedes es intransable esta demanda de marchar por la Alameda?
—No es un tema nuevo. El año
pasado ya hubo conflictos respecto a los cuales, incluso citando la
Constitución, puede establecerse que es un derecho ciudadano el poder marchar.
“Para nosotros la Alameda, tal
como en el discurso de Allende, es el lugar que se tiene que volver a abrir.
Para él es simbólico y para nosotros también, y mucho. Además es un derecho y
al mismo tiempo nuestras demandas se visibilizan mucho más ante la gente.
Pasando por ahí tenemos una forma de demostrar a los chilenos y al Gobierno que
por ellas hay todo un movimiento dispuesto a convocarse.”
—Mientras coversamos se está reactivando en la
Cámara de Diputados la discusión sobre la llamada Ley Hinzpeter, ¿Cuál es la
opinión de la ACES sobre el proyecto? ¿Qué significa para ustedes que esa Ley
eventualmente se apruebe?
—Para nosotros, el movimiento
estudiantil secundario, pero también para los universitarios, los profesores,
los mapuche, el conjunto de los movimientos sociales, significa un peligro
tremendo. Si ya en Chile se violan los derechos humanos, si ya al interior de
los establecimientos echan a los chiquillos por movilizarse, el que aprueben
una ley de estas características va a fortalecer el intento por sofocar a los
movimientos sociales.
“Ahora esto, en el fondo,
demuestra una incapacidad política del Ejecutivo y de la clase política en su
conjunto, de resolver las demandas sociales que van emergiendo del pueblo. Para
nosotros tiene una doble lectura: un gran retroceso y también la comprobación
de que ellos no están en condiciones de cambiar en un ápice la realidad que
estamos viviendo los estudiantes.”
—Desde tu experiencia personal, política,
generacional ¿cómo ha sido este intento por establecer un punto donde sea
posible dialogar con la clase política?
—El año pasado lo vivimos muy
de cerca. En la segunda mesa de diálogo, en la que se nos aceptó la entrada,
supimos desde el momento en que se nos planteó la propuesta del Ejecutivo, que
no iban a tomar en cuenta nuestras demandas.
“A pesar de que fuimos hasta su
terreno, al terreno de la clase política o de la institucionalidad, pudimos
comprobar que no había disposición y que iba a ocurrir exactamente lo mismo que
en 2006, cuando aparecieron todos tomados de la mano con una solución que nunca
fue.
“En ese sentido, como Asamblea
hemos descubierto, a través de los distintos porrazos y fracasos, como el
rechazo al Informe del lucro y un sinfín de otras cosas, que no va a haber
solución a través de la institucionalidad política. La experiencia y la misma
historia lo dictan.
“Por lo tanto, a pesar de que
hemos hecho el esfuerzo, de que redactamos una propuesta para un proyecto de
ley que hemos hablado con distintos personajes de la clase política, no hay
disposición. Y ya que no hay viabilidad por ese camino, simplemente no lo
tomamos.”
—Y si no se puede hacer ni con el Congreso ni
con los partidos políticos ¿cómo se hace entonces?
—Tenemos una propuesta bien
concreta que se basa en el control comunitario. Habla de cómo las
organizaciones sociales y la misma articulación en los territorios, a través de
la movilización, generan una plataforma de convergencia para sectores que hasta
hace poco estaban desmovilizados, o que no tenían la intención de plantear sus
inquietudes.
“Nuestra propuesta es que la
solución se tiene que dar a través de la movilización y que gracias a ella se
articulen sectores que no están en esto hasta ahora, como los trabajadores y
los pobladores. Esa misma plataforma tiene que servir para que se redacte una
propuesta de alternativa a este sistema, con movilizaciones como lo hicimos el
2011 pero ya mucho más amplias, de modo de presionar para realizar cambios a través
de un movimiento social. Porque se ha demostrado históricamente que las
transformaciones solamente se producen cuando un pueblo está movilizado y
articulado.
¿Elecciones? No, gracias
—¿Cuál es tu mirada, tu nivel
de cercanía con las elecciones presidenciales que se van a realizar el próximo
año?
—Tanto yo como mis compañeros
secundarios somos menores de 18 años, es decir, podemos caer detenidos y ser
procesados por movilizarnos, pero no podemos votar. Ya con ese hecho hay un
distanciamiento clave respecto a los procesos electorales, tanto municipales
como presidenciales. En ese sentido lo vemos con bastante desconfianza, porque
creemos que la carta que ellos van a mostrar para poder candidatearse va a ser
el movimiento estudiantil.
“Por ejemplo, tenemos hoy una
de las candidatas fuertes de lo que va quedando de la Concertación, la ex
presidenta Bachelet, que a pesar de que ha mantenido un silencio cómplice y
profundo respecto al movimiento estudiantil, hoy es considerada la carta más
fuerte para llegar a la presidencia. Asimismo, vemos otros candidatos que van
surgiendo que no han hecho nada por cambiar la situación.
“Todos ellos, de una u otra
forma, empiezan a buscar al movimiento estudiantil para candidatearse. Nosotros
tomamos un gran distanciamiento al respecto y vamos a seguir planteando que ni
las presidenciales ni las municipales son solución a nuestras problemáticas.”
—Hay dirigentes que han sido compañeros de
camino de ustedes en el movimiento estudiantil, como Camilo Ballesteros que es
candidato a alcalde. Él en una entrevista reciente planteaba que si se daban
las condiciones programáticas estaría disponible para apoyar a Michelle
Bachelet. Puede ser que otros dirigentes hagan lo mismo ¿Cómo mirarías tú una
decisión de esa naturaleza?
—Primero, respetamos la
decisión de todos aquellos que estuvieron movilizados de querer candidatearse,
de la misma manera que esperamos que ellos respeten nuestra postura. Pero
creemos que es completamente contradictorio que candidatos que fueron parte del
movimiento estudiantil, que cuestionaron la clase política, la
institucionalidad y vieron cómo el movimiento estudiantil no tuvo viabilidad en
esos espacios, hoy estén planteándose en un escenario electoral, e incluso
apoyando a ciertos candidatos que, de una u otra forma, han sofocado o han
hecho retroceder al movimiento estudiantil. Nos parece sumamente peligroso y
contradictorio.
—¿Entonces es incompatible la lucha
estudiantil con sumarse a una de las candidaturas presidenciales?
—No rechazamos la elección en
sí, pero bajo el contexto actual es inviable y contraproducente. Una
institucionalidad política que está instaurada desde la dictadura no puede ser
planteada como camino, suena contradictorio. Hay demandas como la
desmunicipalización que han sido planteadas desde los años 80 y ya no hubo
solución. ¿Cómo algunos entonces siguen planteándose ese camino?
—De la transformación educativa a la de la
sociedad
—Te quiero llevar a la
estrategia de movilización que se ha seguido este año, distinta a la de 2011
que fue más aguda ¿Qué lecciones se pueden sacar a la luz de esa comparación?
—El 2011 fue el año de la
efervescencia, pero la explosión social hay que entenderla como un proceso que
viene desde hace muchos años atrás: el 2006, el 2008 y el 2010. Las sucesivas
movilizaciones fueron construyendo hacia lo que fue finalmente el 2011. Este
año en cambio ha sido de articulación y de reforzamiento de las organizaciones,
particularmente durante el primer semestre.
“Sin embargo, creemos que el
segundo semestre el conflicto irá más allá de los estudiantes y se trasladará a
una posición contradictoria con la institucionalidad misma. Los próximos meses
habrá movilizaciones mucho más amplias con otros sectores que no estaban
integrados. Por ejemplo, luego de tomarnos la empresa Conecta con los
trabajadores del Call-Center, estamos realizando asambleas junto a ellos y van
a marchar el día 8 junto a nosotros, tal como los trabajadores del Líder. Eso
va generando una articulación que antes no se veía y que es fruto del 2011 y de
la articulación del primer semestre.”
—Hay quienes dicen que en la
medida que los líderes estudiantiles comienzan a comprometerse con otras causas
se desperfilan. ¿Cuál es en tu opinión el modo correcto de establecer la
relación entre la movilización estudiantil y las demás?
—No podemos llegar desde el
movimiento estudiantil a dar soluciones o enseñarle al resto cómo organizarse,
pero el ejemplo del movimiento estudiantil es claro: quien no se moviliza no
consigue nada.
“Por lo mismo los trabajadores
se han articulado, pero autónomamente, y desde ahí generan coordinaciones con
los estudiantes para construir, desde esa plataforma, una perspectiva hacia la
conformación de un movimiento social en el futuro. No nos desperfilamos porque
respetamos los espacios de los otros, porque cada cual se coordina desde su
propio espacio.”
—No fue así el año pasado entre
las organizaciones secundarias y universitarias ¿Qué lecciones sacas tú de lo
que ocurrió y cómo ha funcionado durante este año esa relación?
—El año pasado las relaciones
fueron efectivamente muy tensas. Siempre lo repito: como ACES tuvimos que
pelear para subir al escenario con los dirigentes universitarios. Lo que
ocurrió desde el año pasado es que hubo un cambio de dirigencias políticas, por
ejemplo, Camila Vallejo que era presidenta de la FECH y también militante de
las Juventudes Comunistas. No había una voluntad política de parte de ella de
coordinarse con los estudiantes secundarios, en particular con la ACES. Sin
embargo, con Gabriel Boric ha habido una mayor disponibilidad y articulación.
“!Antes había algunos que
tenían una postura paternalista sobre ‘los pobres secundarios’, pero nosotros
queremos ser tratados de igual a igual.”
—Mencionaste la militancia comunista de Camila
Vallejo, ¿por qué haría más difícil la relación con ustedes como movimiento?
—No tiene que ver con la
ideología política sino con las prácticas. De hecho dentro de nuestra asamblea
hay marxistas-leninistas, anarquistas, trotskistas, de todo, pero tiene que ver
con las políticas de las Juventudes Comunistas hacia el movimiento estudiantil.
“Nosotros nos consideramos una
asamblea apartidista, lo que implica que la estructura no está condicionada por
partidos políticos tradicionales, y ésa es la diferencia principal con Camila
Vallejo o, para no particularizar, con los partidos. Son diferencias arraigadas
históricamente y que responden a políticas que hemos considerado nefastas hacia
los movimientos sociales por parte de los partidos políticos tradicionales.”
—Concluyo de esta conversación que tu
preocupación no es sólo el tema estudiantil, sino la transformación más radical
¿Cómo ves ese proceso?
—Sé que es complejo. Nosotros
insistimos en el control de las comunidades de su propia realidad y cómo van
incidiendo en ella. Hay, por ejemplo, propuestas como la de la Universidad de
Concepción a través de Recaredo Gálvez, que ha sido la triestamentalidad dentro
de la Universidad para transformar esa comunidad. Creemos en la demostración de
poder de los distintos sectores de la sociedad dentro de su territorio. Tiene
que ver con cómo las comunidaddes, los padres, los profesores, los estudiantes
secuandarios y universitarios, los trabajadores y los pobladores van decidiendo
la educación que quieren.
“Eso debe reflejarse en el
empoderamiento interno de los liceos y en de las comunas. Por ahí va nuestra
propuesta”.
*Entrevista publicada en el Nº
2 de El Desconcierto (www.eldesconcierto.cl), correspondiente al mes de agosto.
Fonte: Sur y Sur
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