Título original: Un cóndor protegido por el águila imperial
por Fritz Suárez Silva
07/03/2013
Comenzó el juicio por los crímenes del Plan Cóndor y
contra los responsables de perseguir y eliminar a opositores en siete
dictaduras latinoamericanas en cooperación con la Casa Blanca, que de nuevo
quedará en la impunidad.
Por primera vez, la justicia latinoamericana juzgará
en conjunto a los responsables del Plan Cóndor, la cooperación entre las
dictaduras de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay con
Estados Unidos, para perseguir y eliminar opositores en las décadas del 70 y
80.
De lo que se trata, es de que hasta ahora solo se
habían sentenciado a los culpables de cuatro de los cientos de víctimas de esa
operación.
En ese juicio se analizará en Buenos Aires la
desaparición de 106 personas, la mayoría uruguayos, pero también un peruano, chilenos,
paraguayos, bolivianos y argentinos; entre los 25 acusados figuran dos
exdictadores argentinos, Jorge Videla (1976-1981) y Reynaldo Bignone
(1982-1983), junto a un extranjero, el exmilitar uruguayo Manuel Cordero.
En el proceso se conocerán detalles sobre la decisiva
participación de los Estados Unidos con la llamada Operación Cóndor, en un
juicio que durará por lo menos dos años, según calculan los magistrados que
integran el tribunal oral federal que se ha encargado del caso.
Casi 500 testigos del cono sur americano participarán
en una causa iniciada en los años 90, cuando regían las amnistías en Argentina,
porque los casos del Plan Cóndor habían quedado excluidos de ellas, pero ahora
se conocerá muchos más de los terroristas de las administraciones
norteamericanas.
Desde octubre de 1975, se gestó esa coordinación
represiva entre las dictaduras del Cono Sur y que significó la creación de una
“oficina de coordinación y seguridad”, que funcionó en las décadas del 70 y el
80 e integrada por los servicios de inteligencia y organismos de seguridad de
varios países sudamericanos con la finalidad de
enfrentar la acción de la guerrilla usando métodos de represión ilegal.
Fuentes a las que DISCREPANDO tiene acceso, aseguran
que el Plan Cóndor formó parte de la instauración de la Doctrina de Seguridad
Nacional en América Latina cobijada por los Estados Unidos para compartir
información obtenida por los respectivos servicios de inteligencia.
Tenían también como finalidad eliminar la actividad armada
de las guerrillas comunistas; vigilar las fronteras para evitar que quienes
estaban perseguidos pudieran exiliarse en los países vecinos; formar cuadros de
las fuerzas de seguridad para operar en toda Latinoamérica o en otras partes
del mundo.
De tal manera, cuando Washington no había inventado el
concepto de terrorismo para intervenir en cualquier parte del mundo, ya se
ocupaba de adiestrar terroristas para
detectar opositores, secuestrarlos, torturarlos; y luchar para mantener
en las sociedades la vigencia de valores
que llamaba occidentales, humanistas y cristianos.
Los opositores políticos -militantes sociales,
religiosos, profesionales, docentes, trabajadores y estudiantes- eran detenidos
en cualquier país. El seguimiento y secuestro estuvo a cargo de grupos de
policías, militares de civil, paramilitares que se trasladaban en vehículos sin
identificación; recorrían los barrios, las ciudades, los pueblos, buscando
guerrilleros y activistas.
Una vez secuestrados, eran llevados a prisiones
clandestinas, donde policías, militares
y/o paramilitares realizaban operaciones para obtener información: tortura
física y psicológica, ah y no eran terroristas.
Según documentación obtenida en los propios Estados
Unidos, el Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas de Uruguay y
uno de sus líderes, el comisario Hugo Campos Hermida, desarrollaron operaciones
de inteligencia de manera sistemática en Argentina desde junio de 1976. Este
señor había sido entrenado por la Oficina de Seguridad Pública de Estados
Unidos, departamento vinculado a la CIA y que tenía a Dan Mitrione como
director en Uruguay.
Dan Mitrione actuó como asesor de seguridad de los
Estados Unidos en Latinoamérica y antes de trabajar en Uruguay, lo hizo en
Brasil donde entrenaba a la policía en la aplicación de técnicas de tortura
para lo cual utilizaba como conejillo de indias a vagabundos a quienes nadie
reclamaría. Inventó una la silla para choques eléctricos, bautizada por la
policía brasileña como la Silla del Dragón además de que desarrolló una técnica
para producir la disociación entre el cuerpo del detenido y su mente,
utilizando una descarga eléctrica precisa en un lugar vulnerable del ser
humano; generó un método para lograr la rendición y sumisión de los detenidos y
conseguir la información solicitada y todavía no se hablaba de Ben Laden.
Pero digo más, los documentos del Departamento de
Estado estadounidense, implican al ex-secretario de Estado, Henry Kissinger, y
a otros altos funcionarios en la represión llevada a cabo en América Latina.
Dicen también y no son mentiras mías, que mucha documentación muestra los fluidos
intercambios entre la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires y el
Departamento de Estado en Washington.
Escritos que dan cuenta de que las administraciones
estadounidenses de Ford, Carter y Reagan, estaban informadas y conectados con
la represión que se estaba llevando a cabo en Argentina y que, pese a reclamos
formales en defensa de los derechos humanos, consideraban el plan de exterminio
que se estaba llevando a cabo en Latinoamérica como indispensable para defender
los intereses económicos y políticos de los Estados Unidos y sus colaboradores
locales.
De tal manera, estamos hablando de un Cóndor que voló protegido
por el Águila Imperial… Y Así las Cosas.
Fonte: Discrepando
Nenhum comentário:
Postar um comentário