Cte. Nicolás Rodríguez Bautista, "Gabino". Fuente: https://eln-voces.com/ |
Colombia
Viernes, 14 Septiembre
2012 00:00
Marcha es el único medio argentino que logró
entrevistar al comandante Nicolás Rodríguez Bautista “Gabino”, histórico
dirigente del ELN, para hablar sobre las negociaciones de paz. "Le
deseamos muchos éxitos a las FARC", afirma, y reclama "la
participación de los diversos sectores populares" en la mesa de diálogo.
Desde que el presidente Santos anunció públicamente el
acuerdo para iniciar negociaciones de Paz con las FARC, poco se había escuchado
de parte de esta otra guerrilla histórica en el país, el Ejército de Liberación
Nacional. Hasta el momento, sólo había hablado el dirigente Carlos Marín Guarín
“Pablito”, integrante del Frente Oriental, donde se mantienen los mayores
niveles actividad insurgente. En una entrevista colectiva brindada a un grupo
de corresponsales nacionales e internacionales, de la que Marcha también fue
parte y que en breve difundirá en forma completa, Guarín había señalado:
“Nuestro comandante Nicolás Rodríguez Bautista está a cargo, como jefe (del
ELN), y le corresponde llevar los parámetros (de las negociaciones) con quienes
corresponda”. Rodríguez Bautista, conocido como “comandante Gabino”, integra la
guerrilla desde que ésta se conformó en 1964. De familia cristiana, accedió a
la comandancia en 1998 después de la muerte del sacerdote y dirigente
guerrillero Manuel Pérez Martínez. El corresponsal de Marcha en Colombia logró
contactarlo en las últimas horas y realizar la siguiente entrevista, donde el
líder histórico del ELN se explaya sobre la forma en que esta organización piensa
encarar esta nueva etapa en la lucha política de su país.
Marcha: ¿Por qué están las FARC y no el ELN en las
negociaciones de Paz recientemente anunciadas?
Comandante Gabino: Antes que nada, reciban un saludo respetuoso del ELN
de Colombia, con el deseo que mantengamos esta línea abierta de comunicación.
Esperamos que la hermandad de nuestros pueblos nos una por siempre bajo las
banderas de nuestros mayores, como San Martín, Bolívar, Artigas, el Che, Camilo
Torres y tantos otros luchadores por la libertad y la democracia.
Respecto a la pregunta: sólo en los diálogos con el
presidente Gaviria en la década de 1990 del siglo pasado, la insurgencia estuvo
en la misma mesa. Las demás experiencias han sido dialogando por separado cada
fuerza guerrillera. El ELN considera como lo más acertado para el proceso de
paz, la mesa única de la insurgencia. Y debemos esforzarnos para que así sea.
Esto requiere niveles de unidad y estamos caminando para lograrlo.
Somos respetuosos del proceso que ha iniciado el
gobierno con los compañeros de las FARC y les deseamos muchos éxitos. Confiamos
que más adelante, el proceso que ahora se inicia por separado, pueda confluir
en una misma mesa ya que, salvo algunas diferencias, somos fuerzas con
objetivos similares, que es lo más importante.
Marcha: ¿Cuáles son hoy, en Colombia, los requisitos para
esa paz que vuelve a estar en boca de todos, incluso del presidente Santos?
C.G.: La mayoría de colombianos está cansados de una
guerra interna de más de 50 años; los distintos sectores sociales se han venido
organizando y pronunciando sobre la salida política que concluya en la
terminación del conflicto, como es el caso del Congreso de los Pueblos que
viene promoviendo un Congreso de Paz para el año entrante. De igual manera han
expresado la urgencia de la paz un alto número de organizaciones populares y
sociales. Cuando se habla de lograr la paz, todos los colombianos y colombianas
queremos que ese momento llegue; el problema está en que la entendemos y
queremos de diferente manera, de acuerdo a intereses en juego. Las grandes
mayorías de Colombia, incluida la insurgencia, consideramos que paz es justicia
y equidad social, democracia y soberanía. En cambio para la clase dominante la
paz se logra cuando se haya vencido al enemigo interno en el campo de batalla,
reafirmación hecha por el presidente Santos días antes al anuncio del inicio de
los diálogos con las FARC.
Un proceso de paz en las condiciones colombianas, para
que sea estable y duradero, requiere de la participación no solo de la insurgencia
y el gobierno, sino también de los diversos sectores populares que son los que
están llevando el peso de la guerra. Se sobreentiende que lograr la paz es un
proceso largo y dispendioso, donde se atraviesan poderosos enemigos que le
sacan inmensos dividendos a la guerra.
Marcha: ¿Cómo es la situación social en las comunidades
donde el ELN tiene presencia?
C.G.: En las comunidades donde el ELN tiene presencia se
vive un verdadero estado de guerra, esos territorios son comúnmente conocidos
como “zonas rojas” y sometidos a permanentes operativos militares y policiales.
A su población se le controla sus movimientos, se le raciona las provisiones,
particularmente los alimentos y medicamentos con el pretexto de que van con
destino a las guerrillas.
Las fuerzas punitivas del gobierno, aliadas de las
fuerzas paramilitares, actúan con la población como si fuesen una fuerza de
ocupación, someten a la población a todo tipo de vejámenes y acciones
represivas.
Las regiones donde los campesinos subsisten de los cultivos
de uso ilícito, como la hoja de coca, son judicializados por ser propietarios
de cultivos y sometidos a la aspersión permanente del fungicida Glifosato, que
destruye los cultivos de hoja de coca y también los agrícolas y causa daños
irreparables en animales y la población sobre todo a los niños, ancianos y
mujeres embarazadas.
Esta represión le ha hecho perder la legalidad a una
masa considerable de pobladores, que no pueden salir a los centros urbanos y
deambulan huyendo de manera permanente por tales territorios porque las fuerzas
armadas los consideran objetivo militar. Esto genera una situación muy grave a
numerosas familias cuya única protección es la insurgencia, por lo que ésta
debe asumir su protección en los operativos de las fuerzas gubernamentales.
Esta realidad no es nueva y es una de las explicaciones de por qué muchos
jóvenes campesinos no tienen otra opción que la de convertirse en guerrilleros
o guerrilleras.
Marcha: ¿En función de las experiencias anteriores, cómo
creen que puede terminar este nuevo intento de dialogo?
C.G.: A pesar de los diálogos no exitosos anteriormente,
miramos hoy con expectativas, la posibilidad de un proceso serio y realista que
abra caminos a la paz, como lo reclaman las mayorías nacionales, agotadas en
más de medio siglo de un conflicto social y armado que ha desbordado cualquier
límite. La clase dominante, no ha podido derrotar la insurgencia ni derrotar al
movimiento popular, a pesar de que la crueldad de la guerra sucia y el
terrorismo de Estado.
Las fuerzas gubernamentales asesoradas por EE.UU e
Israel, han ensayado y aplicado las experiencias de otras guerras; pero a pesar
de la crueldad, tanto el movimiento popular como la insurgencia se mantienen.
Creemos que ante esa tozuda realidad, el camino cierto
a transitar es lo que llamamos una “salida política al conflicto”, que
significa que mediante un dialogo abierto donde se involucre no solo la
insurgencia y el gobierno sino las más variadas expresiones populares y
sociales, se logren llegar a un acuerdo responsable para superar las causas que
produjeron el levantamiento armado y que pare la confrontación de manera
bilateral y se asuma la reconstrucción del país , superando la crisis profunda
que ha destrozado el tejido social y que rompió la normal convivencia.
El ELN ha planteado la salida política al conflicto
desde hace más de 20 años. Los cinco gobiernos anteriores asumieron esta
propuesta como debilidad y trataron de aprovecharla como ventaja militar. En
esta ocasión, pareciera que la clase en el poder asume con más realismo la responsabilidad con la construcción de la
paz, como lo reclaman las mayorías
nacionales.
Marcha: ¿Cómo ven el futuro de la insurgencia en Colombia
para los próximos años? ¿Evalúan la posibilidad de replegar la lucha armada y
volcar toda su fuerza a la lucha política?
C.G.: Nos levantamos en armas hace casi 50 años porque la
lucha popular amplia y legal no ha tenido las garantías políticas y jurídicas.
Cuando esa lógica perversa se modifique y haya garantías y respeto para la
lucha popular, el pueblo no se verá obligado a empuñar las armas para alcanzar
sus derechos; pero esa decisión está en manos de la clase dominante colombiana,
como quien dice, son ellos los que tienen la palabra. Y si luego de 50 años de
guerra fratricida, se disponen a reconocerle a las mayorías el derecho a la
justicia y equidad social, la democracia y la soberanía, se marchará hacia la
paz. Claro que esta no se alcanza con un decreto, pero es urgente que se abran
los causes en esa dirección.
Por eso no concebimos que la solución sea la
desmovilización y el desarme de la insurgencia, esa fórmula ha sido ensayada y
fracasada porque la esencia del conflicto es social y ello dio origen al
levantamiento en armas, entonces hay que ir a las causa que lo originaron para
buscar soluciones, solo así se irá a la esencia del asunto para cambiarlo y
superarlo.
Fonte: Marcha
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