por José Ovalles
En el marco de la confrontación
revolución – contra, o dicho de otra manera en la lucha de una sociedad que
puja por nacer y otra que se niega a morir los bandos cada día se hacen más visibles, manifiestos,
se va estrechando el ridículo campo intermedio, por acción dialéctica la
neutralidad va desapareciendo. Sin embargo tenemos que tener la claridad, la
capacidad de detectar nuevos intereses particulares que van gestándose en el
campo revolucionario y que son la génesis de intereses de clases contrarios a
los del pueblo trabajador, como decía nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez,
“la cultura capitalista es metabólica”.
El camarada de hoy puede ser nuestro adversario mañana.
Esa capacidad de detectar el pecado en la riqueza fácil y la fortaleza para no caer seducidos ante sus halagos, dependerá de la convicción profunda de un proyecto transformador que nos cubra de una ética incompatible con los valores de riqueza y progreso capitalista. Ojo no quiere decir esto que despreciemos la riqueza, simplemente que el revolucionario tiene un concepto distinto a la riqueza egoísta capitalista.
Quien sucumba ante los prejuicios burgueses y obtenga beneficios personales a costa de las responsabilidades asignadas por la revolución y en detrimento del colectivo, en pocas palabras es un corrupto vestido de rojo.
El camarada de hoy puede ser nuestro adversario mañana.
Esa capacidad de detectar el pecado en la riqueza fácil y la fortaleza para no caer seducidos ante sus halagos, dependerá de la convicción profunda de un proyecto transformador que nos cubra de una ética incompatible con los valores de riqueza y progreso capitalista. Ojo no quiere decir esto que despreciemos la riqueza, simplemente que el revolucionario tiene un concepto distinto a la riqueza egoísta capitalista.
Quien sucumba ante los prejuicios burgueses y obtenga beneficios personales a costa de las responsabilidades asignadas por la revolución y en detrimento del colectivo, en pocas palabras es un corrupto vestido de rojo.
Y el corrupto vestido de rojo es el más eficiente contrarrevolucionario, porque el contrarrevolucionario confeso esta allí en la acera de enfrente, visible, evidente, previsible y podemos establecer un marcaje a sus tácticas desestabilizadoras; pero el corrupto vestido de rojo es una llaga oculta, una infección silenciosa que va horadando el cuerpo de las instituciones revolucionarias y cuando nos damos cuenta de ello es demasiado tarde.
El corrupto vestido de rojo habla de revolución, su discurso es una permanente arenga llena consignas, pero esto no es más que parte de sus habilidosas estrategias para figurar, impresionar y ganarse la confianza de un colectivo o de un funcionario con cargo de mayor responsabilidad.
El corrupto vestido de rojo cuando con sus métodos, ya sea aplicando la política del lobby y las adulaciones a gerentes, directores, alcaldes, diputados, gobernadores o ministros, logra al fin hacerse de una cuota de poder (el corrupto no busca asumir responsabilidades, busca poder para disfrutarlo) allí comienza materialmente su accionar desestabilizador, desde allí comienza su labor contrarrevolucionaria porque inicia el proceso de desmontaje de estructuras revolucionarias para montar estructuras complacientes y cómplices con sus actos delincuenciales; a él no le interesará si sus supervisados inmediatos son eficientes, honestos y comprometidos con la revolución, él le interesará si son discretos ante sus desmanes y tengan habilidades para disimularlos y si el perfil de estos burócratas esta en el campo enemigo, hará todos los arreglos para tenerlos dentro de la institución revolucionaria.
El corrupto vestido de rojo en su afán desmedido y enfermizo por el lucro se asocia hasta con los sectores enemigos más viscerales y se convierte en su financista. Así que el corrupto vestido de rojo es el que hace el mejor trabajo para la contrarrevolución, porque va infiltrando de enemigos nuestro bando, creando una“quinta columna”, lo fortalece y otra que con su praxis perversa va desmoralizando y desnaturalizando el concepto de la revolución.
Y claro, el corrupto vestido de rojo, va “moderando”, “matizando su discurso” y empiezan hablar de la “necesidad de negociar”, de “concertación” y como dice nuestro poeta El Chino Valera Mora;
y los traidores los cobardes los evadidos se curan en salud explicando que si los tiempos fueran otros ellos tal vez algún día pero no ahora y los deseos son galimatías a veces en los sueños soplan terribles tempestades.
Y llega el momento en que el corrupto vestido de rojo se sincera y rompe definitivamente con la revolución porque habrá acumulado tantos recursos que la palabra revolución contraviene sus intereses o simplemente cuando vislumbra que ya todo está perdido.
Fonte: Aporrea, 12/10/2013
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