El cardenal Jorge Bergoglio se entrevistó con el padre de Estela de la Cuadra en 1979. |
Título original: “¿Por qué no citan a Bergoglio?”
Estela de la Cuadra, hija de la primera presidenta de
las Abuelas de Plaza de Mayo recordó que el cardenal declaró que hace diez años
supo del robo de bebés cuando en realidad su padre le pidió ayuda en plena
dictadura. La fiscalía pidió que se cite a Bergoglio.
por Alejandra
Dandan
Licha de la Cuadra era Alicia Zubasnabar de la Cuadra,
la primera presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Ayer, durante casi cuatro
horas, el Tribunal Oral Federal 6 escuchó el testimonio de una de sus hijas,
que llegó a la audiencia con una enorme valija de viaje. Adentro de la valija,
Estela de la Cuadra tenía papeles que uno a uno sacó durante todo el relato,
papeles con los que las Abuelas documentaron la búsqueda desesperada de sus
nietos con originales de las solicitadas, las cartas a la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, al entonces arzobispo Raúl Primatesta y al ahora
cardenal Jorge Bergoglio. Estela, que aún sigue buscando a Ana, la hija de su
hermana, volvió a preguntarle al Tribunal lo que pregunta en cada uno de los
juicios: “¿Cómo es que Bergoglio dice que hace sólo diez años sabe del robo de
bebés?”. Y preguntó varias veces: “¿Por qué no lo citan? ¿No amerita que diga
qué pasó con Ana de la Cuadra?”. El fiscal Martín Niklison recogió el mensaje
al final de la audiencia y acompañado por las querellas de Abuelas de Plaza de
Mayo y de María Isabel Chorobick de Mariani pidió al Tribunal esa misma
citación.
Estela declaró en nombre de sus padres, que empezaron
con la búsqueda de su hija y de su nieta, pero ahora están muertos. Elena de la
Cuadra cayó secuestrada el 23 de febrero de 1977, con un embarazo de cinco
meses. Con ella se llevaron a otros compañeros y a su pareja, Carlos Baratti.
“Los vecinos dicen que sale primero una mujer embarazada, un hombre alto y
otras personas. Por supuesto que con el tiempo sabíamos que esa mujer
embarazada es mi hermana Elena de la Cuadra.”
Elena estuvo en la Comisaría 5ª de La Plata,
convertida en centro clandestino. Para entonces, eran una de las familias
perseguidas de la zona. La patota se había llevado a uno de sus hermanos,
Roberto José, militante del Partido Comunista Marxista Leninista, compañero de
la pareja de Elena y obrero de YPF. La escena del secuestro es una de las
imágenes que muestran el rol que Licha ocupó poco después, entre los familiares
de los desaparecidos: “La patota llegó a buscarlo a la casa de mamá”, dijo
Estela. Allanaron la casa y como él no estaba se llevaron a la madre. “Cuando
Licha llega al hall de entrada, mi hermano estaba apoyado contra el portero
eléctrico, apretado por la patota.
–¿Este es tu hijo? –preguntaron a la mujer.
–No –dijo ella–. Yo nunca vi a esta persona.
En ese momento, su hijo la miró. Desde algún otro lado
alguien corría diciendo que era quien era, la patota le encontró los documentos
y lo identificó.”
La búsqueda
Dos días después del secuestro de Elena, y ya
entrenados en la búsqueda, los padres presentaron hábeas corpus. Contactaron al
obispo Serra, que los mandó a ver al secretario del vicariato castrense, Emilio
Graselli: “Graselli dice que Elenita estaba bien, que estaba en los alrededores
de La Plata. Mis padres le pidieron precisiones, pero él les dijo que no: ‘Va a
ser peor para ella, ustedes van empezar a dar vueltas, y eso es peor’”. También
les dijo que volvieran, que si Elena pasaba a disposición del Poder Ejecutivo
entonces, quizá, podía ayudarlos.
Desde ese momento hasta comienzos de julio de 1977
–cuando se produjo el nacimiento de Ana– e incluso después, la familia recibió
mensajes por abajo de la puerta de la casa o al teléfono con noticias de Elena
y del nacimiento de la niña. Uno de los mensajes –supieron años después– se los
dejó Adriana Calvo, ex detenida-desaparecida. En julio les dejaron uno de los
papelitos que Estela guardó y ayer sacó de su enorme valija: el “16/6 la señora
tuvo una nena, que no saben donde está la nenita, los padres están bien, de la
Cuadra”.
Licha empezó a reunirse con las Madres en la Plaza los
jueves mientras su marido daba vueltas en la vereda, alrededor. Parte de la
familia se había disgregado. Además de los dos hijos desaparecidos, otros dos
emigraron a Italia. El 6 de diciembre, los visitó un servicio: “No sé si eran
servicios o algo así –dijo Estela–. Le dicen a papá que Elena está mejor, que
ahora se la trata bien, que está junto con la nena, liberada, pero oh
casualidad –explicó enseguida–, ese mismo 6 de diciembre la patota levanta a mi
marido y a mi hijo mayor, para llevarlo al circuito del Atlético, Banco,
Olimpo”.
Bergoglio
La familia De la Cuadra mantenía una relación
histórica con la Iglesia. Una parte de la familia, fundadores del pueblo de
Balcarce, había donado campos a la Iglesia. Y por entonces ellos tenían
relación con Pedro Arrupe, general de la Compañía de Jesús, que había estado en
Argentina y se había ido a Japón becado por los De la Cuadra. En ese contexto,
el padre de Estela les pidió a los hijos que estaban en Italia que lo busquen
para pedirle por la niña. Los hermanos lo hicieron. Tuvieron una audiencia en Roma.
Arrupe les dijo que no había problema: “Que iba a conectarse con el provincial
de los jesuitas, Bergoglio, en una reunión próxima en Buenos Aires”.
La reunión se haría uno o dos meses más tarde. Arrupe
le pediría a Bergoglio que se ocupe de la situación. “Mis hermanos le comentan
el resultado del encuentro a mi padre, pasa el tiempo y mi padre intenta ver a
Bergoglio, hasta que finalmente es recibido por Jorge Bergoglio. Acá –dijo
Estela– tengo la notita. Bergoglio le dio una carta a mi padre en la que le
dice, claramente, al obispo auxiliar de La Plata que interceda y se ocupe del
caso.”
Con esa carta, Mario Piqui –el arzobispo de La Plata–
recibió al padre de Estela. “Voy a ir a ver al vicegobernador”, le dijo y en
ese encuentro supo que la niña había nacido y había sido regalada. “Espere un
poco”, le dijo al padre de Estela. “En diciembre, con el cambio de jefatura, va
a subir alguien que fue alumno mío y no me va a negar una gauchada.” Lo hizo,
pero el resultado fue la misma contestación: que la tenía “un matrimonio bien,
no hay vuelta atrás, eso es lo último que se tiene”.
El año pasado, Bergoglio declaró como testigo en la
causa ESMA, en el marco de la investigación por el secuestro de los sacerdotes
Orlando Yorio y Francisco Jalics. La abogada Myriam Bregman le preguntó si
sabía del robo de niños. Bergoglio –recordó Estela en la audiencia– dijo que lo
supo hace diez años.
“Yo creo haber demostrado con las cartas que mandamos
a la Conferencia Episcopal en el año ’79 el conocimiento y la preocupación que
había; también hay documentos respecto de cómo se divulgaron las noticias de la
desaparición de personas y de los niños: nadie puede decir que no conoce”,
indicó. La negación, dijo, “es inmoral, eso es burlarse de las cosas que estos
hombres y mujeres hicieron. El no sabe dónde están, pero qué pasó y cuál es el
mecanismo tiene mucho para decir y acá está la carta de mi padre”. En ese
contexto, pidió que lo citen, preguntó de viva voz a la Fiscalía si lo haría y
luego al Tribunal. La presidenta María del Carmen Roqueta esperó los tiempos
del ritual judicial, y cuando la Fiscalía formalizó el pedido, explicó que iban
a analizarlo.
Estela también se exilió pasado unos meses. Recuperó a
su hijo un día después del secuestro; su marido, Gustavo Fraire, continúa
desaparecido.
En diciembre de 2009, el Equipo Argentino de
Antropología Forense identificó el cuerpo de Carlos Baratti: había sido
enterrado como NN en el cementerio de General Lavalle. Estela está convencida
de que sus restos ahora van a servir para seguir buscando a su hija. “Los ojos
expertos en la lectura de los huesos dicen que fue muy torturado en momentos
muy cercanos a ser tirado al mar, que fue tirado vivo, y que una cosa son las
heridas de cuando te tiran del avión y que otra son las heridas vivas que
estaban cicatrizando antes del avión.”
Fonte: Página12
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