Título original: El silenciado drama de Haití creado
por las Naciones Unidas
Este artículo denuncia la situación creada en Haití
por los cascos azules y las Naciones Unidas, responsables de una de las
epidemias de cólera más fuertes que han ocurrido en los últimos años en el
mundo.
Las Naciones Unidas tienen, por lo general, muy buena
prensa. Aparecen como la última instancia a quien recurrir en casos de
violaciones de los derechos humanos. Esta visión humanitaria ha sido
activamente promovida por la propia institución internacional, la cual se
refiere a sus cascos azules como los soldados de la paz. Estos soldados son, en
realidad, soldados de ejércitos normales y corrientes que cambian sus cascos,
convirtiéndose así en miembros del Ejército de las Naciones Unidas en misión de
paz.
Esta imagen humanitaria está sufriendo un ataque
frontal con la exposición de las violaciones de esos derechos humanos
realizadas en Bosnia Herzegovina, cuando los cascos azules no protegieron, como
deberían haber hecho, a 300 civiles musulmanes en Srebrenica frente a las
atrocidades realizadas por las tropas serbias. Familiares de las personas
asesinadas como consecuencia de la falta de protección que deberían haber
proporcionado los cascos azules han llevado al gobierno responsable de esas
tropas, el de Holanda, a los tribunales, que han aceptado tales denuncias y han
concluido que el gobierno holandés debería compensar a los familiares de las
víctimas de este hecho. Este caso está alcanzando un gran revuelo mediático
internacional (ver “Holanda, declarada responsable de la deportación de 300
víctimas de Srebrenica”, El País, 16 de julio 2014).
Dicha atención mediática contrasta con el silencio de
otro caso semejante, donde la negligencia, incompetencia y absoluta
irresponsabilidad de los cascos azules han causado 8.563 muertos (el número
equivalente en España sería de 38.715). Las Naciones Unidas y los países
envueltos en esta tragedia no solo no han querido indemnizar a las víctimas,
sino que incluso no han reconocido el crimen. El lugar donde han ocurrido estos
asesinatos es Haití, donde los cascos azules han estado diez años protegiendo
la estructura de poder casi feudal que gobierna el país, difundiéndola frente a
una creciente agitación social. La causa de la muerte de 8.563 ciudadanos de
aquel país fue la contaminación de las aguas, de las cuales dependían miles y
miles de personas, con heces de los cascos azules portadores del virus del
cólera, lo que creó una epidemia que se ha extendido a gran parte de la
población. En realidad, han quedado infectadas, enfermas de cólera, más de
700.000 personas, de un total de diez millones e habitantes. Las tropas eran
del Nepal, estacionadas en una base militar en el centro de Haití. La evidencia
de que el origen de esta epidemia de cólera fueron la falta de condiciones
sanitarias y la ausencia de las mínimas condiciones de higiene de esas tropas
es abrumadora. Y, sin embargo, las Naciones Unidas han permanecido calladas,
negando que los cascos azules fueran los responsables. Aunque contrarias al
reconocimiento de su culpabilidad, la dirección de las Naciones Unidas acordó
proveer (más que proveer, estimular el donativo) un préstamo de más de 2.200
millones de dólares para prevenir la expansión del cólera, de los cuales apenas
se han conseguido 400 millones. Del resto no se ha visto ni la sombra.
Mientras tanto, hay más de 5.000 cascos azules y 2.600
policías, añadidos a los 11.000 miembros ya existentes de la policía haitiana,
que continúan con sus acciones de defensa del statu quo, sin ninguna voluntad
de aceptar cualquier responsabilidad por este hecho. A lo máximo a lo que han
llegado las Naciones Unidas y su Secretario General, el Sr. Ban Ki-moon, es a
expresar su tristeza por el dolor que ha causado la epidemia de cólera, sin
nunca admitir lo que está más que documentado, es decir, la responsabilidad
directa de los cascos azules en la aparición de esa plaga.
Fonte: Vincenç Navarro,
publicado em 22 de julho de 2014.
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