Modelo represivo y alerta humanitaria por hacinamiento carcelario
(Parte IV del Dossier: Colombia y sus miles de presos políticos silenciados)
Por Azalea Robles
Hay una utilización sistemática del aparato judicial y del sistema penitenciario como arma de guerra contra amplios sectores de la sociedad. El problema no es entonces el aumento de criminales, sino el aumento de sectores que son criminalizados y convertidos en criminales por las políticas represivas del Estado”. Informe situación carcelaria 2011
La gravísima situación de las cárceles colombianas se expresa en: que 40.000 personas estén presas sin todavía haber afrontado un juicio, desde hace años sindicadas, que más de 400 personas estén lisiadas en las cárceles, que más de 400 personas estén enfermas con carácter terminal”. Iván Cepeda
El hacinamiento en las cárceles colombianas tiene grado crítico: conlleva insalubridad, aumento de enfermedades, dramáticas relaciones condicionadas por la escasez de espacio y mínimos vitales, lo que vulnera la integridad física y síquica de la población reclusa. En varias providencias judiciales se contempla el hacinamiento como un estado permanente de tortura. Representa un factor de riesgo contra la vida misma de los internos.
La alerta humanitaria máxima por hacinamiento es evidente: en La Picota hay 9.028 internos, cuando su capacidad es solo para 2.000 internos; en La Modelo hay 6550 presos cuando está prevista solo para 2.700 [1]. Según el Instituto Nacional Penitenciario (INPEC), a marzo 2012, las cárceles de Colombia alcanzan una sobrepoblación de 39,5 % [2]. El dramático aumento de la población carcelaria en los últimos años es un termómetro de la realidad represiva que vive Colombia.
1. 40.000 personas presas sin juicio, 800 enfermos terminales y lisiados, y los ‘dormitorios’ cuelgan del techo
En el Foro "Colombia Entre Rejas", el representante a la Cámara Iván Cepeda, denunció:
La gravísima situación de las cárceles colombianas se expresa en cifras como por ejemplo: que 40.000 personas estén presas sin todavía haber afrontado un juicio y que están desde hace años en situación de personas sindicadas en las cárceles, que más de 400 personas estén lisiadas en las cárceles, que más de 400 personas estén enfermas con carácter terminal (...) Voy a presentar una iniciativa tendiente a que pueda haber algún tipo de medidas de des-hacinamiento, para que por lo menos se cree la figura de excarcelación por razones humanitarias para personas que están en situación de enfermedad terminal (...) Hay una política criminal del estado colombiano que promueve la penalización y la represión de la protesta social, del derecho a disentir; y que tiene como colofón la impunidad de los criminales de Estado(...) [3]
En marzo 2012 Noticias Uno publicó imágenes exclusivas de la dantesca situación [4]:
“Los guardianes y los 9.028 internos de la cárcel La Picota -que tiene capacidad solo para 2.000- están en alerta máxima porque: ‘La cárcel Picota no resiste más internos’. No soportan más el hacinamiento ni los riesgos que corren por las graves enfermedades (…) advirtieron que el hacinamiento está a punto de causar una epidemia. Los guardianes y reclusos de las dos principales cárceles de Bogotá grabaron videos que evidencian las condiciones de hiper-hacinamiento. (…) En La Modelo el hacinamiento es tal que ahora se disputan hasta los cielorrasos de los pasillos. ‘Los pabellones que cuentan con 130 celdas con medidas de 1.80 por 2 metros cuadrados que normalmente debe ser humanamente para pernoctar una persona, en el momento la adecuaron para 5’. Un interno que el año pasado denunció su grave situación en Noticias UNO, no pudo recuperarse: ‘Álvarez Tonguino, pese a que hubo una denuncia de los medios, se murió’ [por negación de asistencia médica]. No solo las enfermedades tienen en peligro a los presos, sino que la cárcel se ‘está cayendo a pedazos’. El sindicato denunció que la cárcel La Modelo de Bogotá también tiene serios problemas de hacinamiento: diseñada para 2700 internos, hay 6550 presos. Los reclusos que no encontraron cupo en las celdas y tampoco en el suelo tuvieron que ocupar los únicos espacios que quedaban… los techos de los pasillos. Con mallas, sábanas y ropa vieja, fabricaron hamacas y las amarraron a los cielorrasos.”
Algo está destrozado en la balanza de la justicia
En Colombia se ha llegado a un extremo de clasismo que niega el trato humano a miles de presos políticos, mientras que impone que toda la sociedad priorice los temas que son impuestos desde las altas cúpulas del poder económico y político. La comparación entre la nula cobertura informativa sobre los presos políticos y de guerra en las cárceles por un lado, y por otro lado aquella híper-visibilización sobre los presos de guerra en la selva, destila el clasismo absoluto de la sociedad colombiana. Evidentemente los monopolios mediáticos distorsionan hasta la saciedad: llamando “secuestrados” a militares presos en combate, que son presos de guerra, y por otro lado omitiendo absolutamente a los presos políticos y a los presos políticos y de guerra en las cárceles colombianas.
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