Título original: Pensemos en África más que en el ébola
Manuel E Yepe
internet@granma.cu
2 de septiembre de 2014
La mayoría de los grandes medios occidentales mantiene
una cobertura parcializada sobre la realidad africana.
El continente africano pocas veces figura en las
noticias de los grandes medios de comunicación occidentales. Ello solo ocurre
si la información se relaciona con un brote epidémico o una situación
terrorista que amenace a Estados Unidos o algunos otros países ricos, estrechos
aliados suyos. El reciente brote de ébola en el África occidental se ha
convertido en una de esas excepciones que ponen al continente en el mapa de los
grandes medios corporativos de información.
“Está claro que debemos preocuparnos por el brote de
ébola, pero no tanto por la amenaza que puede suponer para Occidente, sino por
lo que revela acerca del estado actual del sistema sanitario en África y sobre
los muy limitados recursos de que se dispone en todo el mundo para enfrentar la
situación”, ha reconocido Adam Levine, profesor asistente de la universidad
estadounidense de Brown, que colabora actualmente en Ruanda como consejero
clínico para emergencias y cuidados postraumáticos, en un artículo que estimo
enjundioso y oportuno, sobre todo por quien lo emite.
“Dejen de preocuparse por el ébola y empiecen a
preocuparse de lo que significa” (Stop Worrying About Ebola and Start Worrying
About What it Means) titula el doctor Levine su trabajo, publicado el 13 de
agosto por el diario digital neoyorquino The Huffington Post.
“Tristemente, los medios occidentales ignoran el
contexto de abandono de la salubridad pública y las increíbles desigualdades
que existen en el mundo que están en su origen”, hace notar Levine.
“Los dos últimos estadounidenses infectados en Liberia
están mejorando, no porque recibieran un suero mágico, sino por la atención
médica recibida y su rápida evacuación a hospitales modernos con instalaciones
de cuidados intensivos”.
La tasa de mortalidad a causa de todas las
enfermedades, desde la neumonía hasta los ataques de corazón pasando por el
cáncer y los accidentes de tráfico, es más alta en el África subsahariana que
en cualquier hospital occidental. Pero la posibilidad de morir a causa de
cualquier enfermedad en este mundo, el ébola incluido, tiene mucho que ver con
la geografía.
Según el galeno norteamericano, existen varios
tratamientos efectivos para el ébola que pueden ayudar a las personas que pasan
por las peores fases de la enfermedad e incrementar sus posibilidades de
supervivencia, como la reanimación mediante fluidos intravenosos, glóbulos
rojos, plaquetas, sustancias coagulantes para evitar las hemorragias,
antibióticos para tratar las infecciones bacterianas más comunes, oxígeno,
etc. Además, un equipamiento de diagnóstico moderno puede ayudar a médicos y
enfermeros a seguir las constantes vitales para controlar a los pacientes en
caso de complicación.
Levine asegura que el ébola no es la enfermedad más
contagiosa que se conoce, se contagia solo por contacto físico, especialmente
por los fluidos corporales, no se transmite por el aire ni por aerosoles, lo
que la hace menos contagiosa que otras enfermedades transmisoras, como el
sarampión, la varicela, la tuberculosis o incluso la gripe.
En los seis meses en que el ébola ha matado unos mil
niños y adultos en el África subsahariana, en la región han muerto 298 mil
niños de neumonía, 193 mil de diarrea, 288 mil personas de malaria y 428 mil
por lesiones, incluyendo en accidentes de tráfico.
Opina el experto que un mejor acceso a servicios de
urgencias y cuidados intensivos ayudaría a salvar a los pacientes de ébola y
también a los afectados por los más letales problemas antes citados.
En África Occidental, el ébola se ha extendido
rápidamente debido a la falta de medidas básicas sanitarias en hospitales
públicos y clínicas con equipamiento precario. Muchos centros carecen de
productos tan necesarios y básicos como guantes y batas, y en muchos otros
escasea el agua o el alcohol, imprescindibles para la higiene.
La verdadera tragedia del brote de ébola es que la
mayoría de los africanos no tiene acceso a los medicamentos, instalaciones y
profesionales de los que disponemos en Occidente desde hace décadas, y que
podrían haber evitado el descontrol de la epidemia, dice Levine.
Tristemente, las compañías farmacéuticas no suelen
estar dispuestas a invertir en investigaciones para prevenir o tratar
enfermedades que solo afectan a gente pobre, ya que obtendrían pocos (o ningún)
beneficios.
Es obvio que el profesor Adam Levine jamás aprobaría
ser cómplice de la idea de que la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional, USAID, con la que ahora él colabora en África en tareas
humanitarias, dedique cuantiosos fondos aportados por los contribuyentes
estadounidenses para objetivos plausibles, a otros propósitos tan
insensatos como la promoción de la subversión y el “cambio de régimen” en
naciones pobres cuyo.
Fonte: Granma
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