Javier Couso
23 de janeiro de 2013
Antes de ayer era Afganistán, ayer Libia, hoy Malí.
Hace falta, nos dicen. Son terroristas, nos advierten. Es necesario, reiteran.
Nuestras tropas, nuestras bombas, nuestras sanciones, nuestras torturas,
nuestros asesinatos... Son por la democracia; son la democracia.
Qué sólo se intervenga donde hay intereses es casual,
no seáis mal pensados. Se hace para salvar a las mujeres, para que se vote a
los candidatos adecuados. No tienen nada que ver el gas, el petróleo, las bases
militares, la situación estratégica. Nuestros soldados solo piensan en disparar
para lograr la sonrisa de los pueblos. Abonando con muertos la democracia
sonriente.
Los supervillanos son de quita y pon. Un día son
luchadores por la libertad, el siguiente son terroristas peligrosos que hay que
perseguir y encarcelar, más tarde son buenos y los lanzamos en, por ejemplo,
Libia, de donde pasan a, por ejemplo, Siria, pero en, por ejemplo, Malí vuelven
a ser malos. Son las puertas giratorias que llevan de la bondad a la maldad o
de la maldad a la bondad en la ruleta del maniqueísmo reversible occidental.
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No penséis, ya pensamos nosotros. Decidimos quienes
son buenos y quienes son malos, pero también decidimos cuando los malos se
vuelven buenos y cuando los buenos se vuelven malos. Lee la prensa, escucha los
informativos, son la voz que te dirá lo que debes pensar, a quien tienes que
odiar, a quien debes temer y a quien tienes que amar. A pesar de que a veces te
líes, no debes dudar.
Nosotros somos la democracia. Somos la libertad de
información. Sabemos lo que te conviene. Alquimistas de la maldad y de la
bondad. Sonríe aunque te maten, ama al que roba, defiende al que bombardea. Es
por tu bien, aunque parezca lo contrario. Solo pensamos en ti, no en nuestros
negocios.
Fonte: Hablando
República
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