Título original: Invasión a Granada por el Gobierno de los Estados Unidos.
El 25 de octubre de 1983, siete mil soldados
estadounidenses invadieron la isla de Granada, de apenas 344 kilómetros
cuadrados. Sus 90.000 habitantes amenazaban la seguridad de los Estados Unidos,
afirmaron desde Washington. Durante más de un año permanecieron las tropas
extranjeras en la isla y pusieron fin al movimiento de transformaciones
sociales y económicas emprendido bajo el liderazgo de Maurice Bishop.
Los conflictos internos entre integrantes del Partido
de la Nueva Joya, encabezado por Bishop, sobre el camino de la revolución
fueron aprovechados por el gobierno de Ronald Reagan. Los Estados Unidos
querían impedir por todos los medios una 'segunda Cuba en el Caribe'. Hasta el
día de hoy, no ha sido aclarado el papel que jugó la CIA, pero es evidente que la
invasión ya estaba en marcha aún antes del asesinato de Bishop.
Desde la década del 50, Eric Gairy tuvo la isla bajo
su dominio. Inicialmente era un combativo abogado sindical; a partir de 1951
fue designado primer ministro y continuó en el cargo sin interrupciones. Amigo
personal de Augusto Pinochet, fue respaldado por los gobiernos de Washington y
Londres. Implantó un régimen corrupto que fue la vergüenza de todo el Caribe de
habla inglesa. Prohibió las publicaciones de la oposición y mantuvo el terror
armando grupos de choque.
En los años 60, se fundó un movimiento de liberación
opositor, el New Jewel Movement, dirigido por Maurice Bishop. El 13 de marzo de
1979, militantes armados del New Jewel Movement ocuparon el cuartel y la radio
local. Acabaron con la dictadura y dieron inicio a la revolución. 'People´s
Revolution', la revolución del pueblo. La revolución fue atacada desde afuera y
desde adentro. Esta pequeña isla posee una ubicación estratégica frente a la
costa venezolana, cuyas enormes reservas petroleras despertaron el celo de las
empresas norteamericanas. En su apoyo, el gobierno en Washington logró congelar
todos los créditos internacionales, rodeando a Granada de un mundo financiero
hostil. Al mismo tiempo, un frente interno estaba constituido por algunos
cientos de opositores contra-revolucionarios. La situación se fue agudizando.
Los Estados Unidos ya no ocultaban su intención de invadir la isla. Y como en
toda acción militar, necesitaron crear un clima político propicio que
debilitase al enemigo. Maurice Bishop, el dirigente revolucionario querido por
el pueblo, tenia que ser eliminado. Se ha comprobado que la CIA estuvo al tanto
de las interioridades dentro del movimiento y aprovechó las discrepancias
internas para sus propósitos militares.
Bernhard Coard, vice primer ministro, dispuso un
arresto domiciliario contra Bishop, lo cual originó un estallido social. El 19
de octubre de 1983, a las once horas, una multitud salió a la calle agitando
carteles con la consigna 'Queremos a Bishop. No a Coard': logró liberar a
Bishop, acompañándolo luego hasta Fort Rupert, el cuartel del Ejército. A las
trece horas se escucharon disparos de armas automáticas. Por la noche, Radio
Free Granada informó que un consejo militar tomó el poder y que decretó el toque
de queda.
Hay distintas versiones sobre lo sucedido en Fort
Rupert. Coard -que a esa altura de los acontecimientos había perdido su batalla
por el poder- alega que Bishop y sus quince compañeros resultaron muertos luego
de un intercambio de disparos. Pero, curiosamente, del lado de Coard no
hubo muertos.
Con la excusa de los sucesos del 19 de octubre, el
gobierno de los Estados Unidos trató de justificar su intervención. La vida de
600 ciudadanos estadounidenses estaba en peligro, adujeron. Pero Tom Adams,
presidente de Barbados y uno de los principales propulsores de la invasión,
reconoció en una conferencia de prensa que, ya el 15 de octubre, es decir
cuatro días antes, los Estados Unidos planificaron una acción militar conjunta.
Y el embajador norteamericano en París reveló en una entrevista televisiva que
la decisión de invadir había sido tomada dos semanas antes.
Seis días después, la ciudad de St. George's fue
bombardeada desde aviones, helicópteros y buques de guerra. Luego de tres días
de una lluvia de bombas, 7.300 marinos y paracaidistas invadieron la isla. Se
registraron 88 muertos y más de 500 heridos. El presidente Ronald Reagan
declaró: 'Llegamos apenas a tiempo para evitar la ocupación de Granada por los
cubanos'.
El argumento del 'peligro cubano' se desvaneció al día
siguiente: los trabajadores cubanos, que construían el aeropuerto bajo la
dirección de una empresa inglesa, se rindieron. Tampoco encontraron depósitos
de armamento pesado. Los periodistas recabaron testimonios de estudiantes norteamericanos,
quienes nunca se sintieron en peligro y se resistían a abandonar la isla. Las
Naciones Unidas condenaron la invasión.
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